El Popular «se está normalizando muy rápidamente». Así al menos lo aseguró ayer su comprador, el Santander, que explicó que ha recuperado más de la mitad de los 20.000 millones de euros en depósitos de clientes en España que perdió la entidad entre enero y su intervención el 7 de junio, hasta los en torno a 61.000 millones. La recuperación ha venido sobre todo por el lado de las administraciones públicas y las grandes empresas, pero también hay una «tracción buena» en cuanto a los pequeños clientes.

Su consejero delegado, José Antonio Álvarez, no quiso precisar en qué medida esa recuperación se ha beneficiado de la captación de recursos de clientes catalanes y de entidades con origen en Cataluña. Sin embargo, sí admitió que se ha detectado «cierto nerviosismo» que ha provocado «algún movimiento no material» de fondos. El número dos de Ana Botín aseguró, en este sentido, que el Santander no tiene un plan para el caso de que la comunidad se independice porque es un «escenario que no contempla».

Su idea, explicó, es «seguir trabajando» en la comunidad, donde tiene una cuota de mercado del 13%, pese a la advertencia que lanzó la banca hace dos años. Eso sí, advirtió de que la «tensión política genera incertidumbre y retrasa las inversiones», si bien ese efecto es todavía «poco relevante porque ha pasado poco tiempo». También sugirió que el Santander se habría llevado su sede de tenerla en Cataluña, como han hecho CaixaBank y Sabadell.

Álvarez explicó que en las próximas semanas comenzará a negociar con los sindicatos el ajuste en los servicios centrales que va a realizar a raíz de la compra del Popular. El ajuste de las oficinas, añadió, se retrasará hasta el 2019 porque depende de la integración de las plataformas tecnológicas de las dos redes. También confió en que aumente la aceptación del bono que lanzó para compensar a parte de los accionistas y clientes del Popular, pese a que solo supera el 60% tras frenarse desde septiembre.