Puede que los operadores de los mercados tengan mucha imaginación a la hora de adivinar el futuro del valor que están a punto de comprar o vender. Pero si se les somete a la sencilla prueba de que digan qué desean para el año recién estrenado o, lo que es más fútil, dirigirse a los Reyes Magos, la originalidad es patética. Un repaso a lo dicho por unos cuantos agentes deja como resultado un solo destinatario: que el BCE haga sus deberes (palabra que comparte raíz etimológica con deuda) y colme a la banca privada con todas sus necesidades.

Algunos se ajustaron al modelo clásico y también pidieron para las familias: que les llegue el crédito que ahora anda encerado en el arcón del maldito BCE. Sería un lapsus, digno de celebración, pero un consultado, en lugar de lo que piden todos los niños, que es el balón, pidió "un buen suelo para rebotar" los índices. No le faltaba razón: ayer el Ibex se fue a la casilla que ocupaba hace un mes y retrocedió 252,20 puntos, el 2,94%, hasta 8.329,60 puntos.

La causa principal era que no se cumplieron los deseos y el ministro De Guindos ya había anunciado que los bancos tenían que seguir restringiendo sus balances en 50.000 millones de excesos pasados. Ello supuso la inmediata caída de las cotizaciones de todo el sector bancario: Santander, el 4,51; BBVA, el 5%; Popular, el 5,5%; Banco Sabadell, el 5,72% y Bankinter, el 5,13%. El anuncio de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría de que también se iba a buscar a los evasores de impuestos, aunque estuvieran escondidos bajo el parqué donde rebotan los índices, tampoco animó la sesión.