El cese de la actividad de Tata Hispano echará por tierra más de 60 años de historia de una empresa que ha sido en las últimas décadas un referente de la industria aragonesa. Llegó a generar más de 600 empleos; ahora le quedan 287 trabajadores, que no comparten las razones del cierre esgrimidas por el gigante indio Tata Motors --propietario único del negocio--, a tenor de las maniobras que han acompañado a esta decisión que tachan de estratégica. Creen que la matriz no ha luchado para que fuera rentable y le acusan de haber transferido el conocimiento de esta histórica fábrica a India y a Marruecos. Pero lo que más irrita es la forma en cómo se ha gestado esta desinversión, que viene precedida de decisiones y gestiones controvertidas.

Tanto el Gobierno de Aragón como los sindicatos barruntaban hace tiempo que la compañía estaba preparando el camino para este final aciago, unas sospechas que han quedado confirmadas esta semana al desvelar EL PERIÓDICO el contrato que la matriz india cerró en enero con la consultora PwC para acometer un cierre ordenado del negocio. Este documento confidencial trazaba la estrategia a seguir con las distintas partes implicadas (plantilla, clientes, administraciones), que a la luz de los acontecimientos se ha cumplido.

A pesar de la indignación que ha generado este asunto, Tata Motors trata de no darse por aludida y pretende seguir la negociación del ERE de extinción con las mismas reglas que se había marcado. La empresa insiste en que detrás de su decisión solo hay causas económicas: arrastra 60 millones de pérdidas y la demanda del mercado está a medio gas. Expertos del sector admiten esa debilidad, pero al mismo tiempo no entienden cómo la compañía no adoptó antes ningún ajuste de personal de calado. Más bien hizo al contrario: es una de las pocas industrias aragonesas que no ha aplicado despidos colectivos y que, sorprendentemente, ha subido los sueldos en todos estos años.

Al margen de cuestiones de mercado, fuentes de la compañía relacionan el cierre con el relevo en la cúpula del grupo Tata Motors. De allí procede Manchi V. Raja Rao, que se hizo con las riendas de Tata Hispano a finales del 2009, cuando el gigante indio se hizo con el 100% del capital de Hispano. Al principio contaba con el apoyo del grupo, pues era amigo personal de quien era consejero delegado de la matriz, P. M. Telang. Este se jubiló en el 2012 y la facción que defendía la inversión de Zaragoza perdió fuerza en favor de quienes apostaba por dejar ese negocio.

MAL AMBIENTE La gestión de Raja Rao ha sido además discutible. "El único estilo de mando que conoce es el látigo y no admite otra opinión que la suya", señalan algunos de los que han trabajado a su lado. Este ambiente enrarecido explicaría la fuga de directivos de todas las áreas ocurrida en los tres últimos años, lo que en suma debilitó el potencial de Hispano.

También resulta chocante que la extensa red comercial de gigante indio no haya servido en cinco años para vender ni una sola unidad fabricada en Zaragoza, según fuentes internas. Es más, Tata Motors ha impedido su negocio en la emergente Sudamérica por un acuerdo que alcanzó con Marcopolo. Mientras tanto, por la fábrica del polígono Empresarium pasaron ingenieros como Sharad Gupta, quien a su vuelta a India dirigió la producción de modelos como el Tata Globus, que se vende con éxito en aquel mercado. Este autocar es una copia del Divo, diseñado y desarrollado por Hispano Carrocera.