Si todo el mundo hiciera como Norvento, a las grandes compañías eléctricas se les acabaría buena parte del negocio. Porque la empresa gallega de tecnologías renovables, la primera de la comunidad en apostar por la energía eólica, acaba de inaugurar su nueva sede en Lugo en un edificio desconectado de la red y que autoabastece sus necesidades de consumo eléctrico y de calefacción mediante fuentes alternativas: viento, sol y, en menor medida, combustibles fósiles a partir de aceites vegetales domésticos reciclados.

«Si las emisiones de CO2 a la atmósfera caen, la creación de empleo crece», sostiene Pablo Fernández Castro, presidente de la compañía. La fundó en 1981, cuando la idea de obtener electricidad a gran escala de fuentes alternativas, como los generadores instalados en molinos de viento era, en sus palabras, «ciencia ficción». Norvento empezó como una consultora de ingeniería energética cuando el efecto invernadero aún no se había convertido en una cuestión de política trasnacional, pero, 35 años después, tiene parques eólicos, centrales hidroeléctricas, plantas solares y de biomasa y factorías de biogás y de cogeneración que suman más de 120 megavatios de potencia instalada, y está construyendo otras nuevas que sumarán 540 megavatios más.

Su capital es íntegramente español, con negocios en Brasil, Chile, EEUU, Italia, Polonia y Reino Unido. Facturó 47 millones de euros en el 2017 y ha iniciado un proceso de expansión que le llevará a invertir otros 150 millones hasta el 2020.

Una de las áreas de negocio que quiere potenciar es la construcción de edificios de energía cero, que producen toda la electricidad y el calor que necesitan a partir de fuentes renovables. El suyo ahorra a la atmósfera unas 160 toneladas de gases de efecto invernadero.

La planta produce su propia energía mediante un aerogenerador eléctrico de 100 kilowatios, placas solares y baterías de litio que acumulan la electricidad no consumida. De ahí se obtiene el 95% de la energía que precisa, incluida la que consumen los vehículos de la empresa, eléctricos, y que se cargan en sus instalaciones. El sistema se complementa con la que produce un centro de cogeneración a partir de aceite vegetal reciclado. La calefacción depende de bombas de calor geotérmicas.

«Es el primer edificio sostenible de España y está entre los veinte más eficientes del mundo», presume Fernández Castro, quien presentó el edificio en público hace unas semanas acompañado del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y del comisario europeo de Energía y Acción por el Clima, Miguel Arias Cañete.

El presidente de Norvento les aseguró que el cuartel general de Norvento no pretende sólo ser un ejemplo de sostenibilidad, sino demostrar que las energías renovables «tienen sentido económico»: «Nosotros podemos poner hoy energía en el mercado de microrredes al mismo precio que la red eléctrica convencional».