Los de abril, para mí; los de mayo, para mi hermano; y los de junio, para ninguno. Como apunta la sabiduría popular, el espárrago blanco es el protagonista del campo aragonés estos días. La cosecha se adivina "excelente", tanto en cantidad como en calidad. Integrado en la Indicación Geográfica Protegida (IGP) de Navarra, que aglutina casi 1.000 hectáreas, lucha por conquistar al consumidor con su calidad frente a las importaciones de Perú y China, donde los costes de producción son muy bajos y el precio en el supermercado no alcanza ni la mitad que el del producto nacional. Según la Federación Española de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex), el año pasado España compró 9,2 millones de kilos de espárrago fresco a países de fuera de la Unión Europea, frente a los 8,7 del 2013.

Paco Lorés cultiva espárragos en Bureta (Campo de Borja) bajo el sello de calidad navarro desde 1993. Su empresa, Conservas Lorés, que cumple 50 años, transforma la producción de 12 de los 17 agricultores que se dedican a este sector en Aragón. Este año les paga 2,80 euros por kilo. "Es un precio que nos compensa a todos. Yo quiero que estén contentos, que sigan vendiéndome a mí y que no abandonen la variedad", argumenta.

En su vasta trayectoria marcó un punto de inflexión, la irrupción de las importaciones de terceros países, sobre todo China y Perú, que "tiraron los precios y acabaron con mucha superficie de cultivo". Hacer frente a esta competencia resulta complicado: tanto la mano de obra para recolección como la transformación y envasado son más caros en España, y los rendimientos por parcela son menores. "Aunque el agricultor me regalara el espárrago, sería más barato producirlo en China por costes", reconoce. "Nosotros envasábamos 100.000 kilos y fuimos bajando hasta 7.000, hace 15 años. Ahora estamos en 40.000", calcula.

Ignacio Gil, agricultor de Tudela y miembro de la Ejecutiva del sindicato agrario EHNE --perteneciente a la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)-- reivindica herramientas, por parte de las administraciones, a la hora de limitar la importación. "Es un cultivo tradicional del valle del Ebro que ha tenido mucha importancia y tendríamos que protegerlo porque se está destruyendo tejido productivo", justifica. Sin embargo, ambos son optimistas de cara al futuro. "En los dos últimos años se están plantando más y la industria está pagando bien", afirma Gil. "La demanda de espárrago fresco ha crecido y la gente se ha dado cuenta de que nuestra calidad es mejor", añade Lorés.

Suave y con pocas fibras

Más allá del origen que refleja la etiqueta, y que influye decisivamente en el precio de venta, el consumidor también puede notar diferencias en cuanto a sus propiedades organolépticas. El espárrago de Navarra es de color blanco, apenas tiene fibrosidad, su textura es suave y presenta un ligero amargor, como resultado de las tierras de calidad, las noches frías y las aguas limpias de las zonas de producción.

Como estas condiciones se dan también en las zonas limítrofes de Aragón y La Rioja, el Consejo Regulador también aglutina la producción de estas dos otras comunidades. Así, el cultivo de esta hortaliza se extiende por 176 términos municipales navarros (más la comarca de las Bardenas), 49 aragoneses y 38 riojanos. Para que sea etiquetado con la IGP de espárrago de Navarra no basta con que el producto haya sido envasado en la zona, también tiene que haber sido producido en parcelas inscritas en su registro y sometidas a sus controles.