Y a la tercera, ¿la vencida? La OPEP, el cártel de exportadores que controla un tercio de la oferta mundial de petróleo, acordó el miércoles en Viena reducir su producción por primera vez en ocho años, tras fallar en los anteriores intentos en Doha y Argelia. El objetivo es superar los 50 dólares por barril y, a ser posible, estabilizarlo en torno a 60. Tras la cumbre, la cotización del Brent, la calidad de referencia en Europa, ha llegado al nivel más alto en más de un año. El efecto más inmediato lo notan ya millones de ciudadanos en un puente festivo en el que llenar el depósito tiende al alza.

Lo cierto es que la OPEP se ha comprometido a retirar del mercado unos 1,2 millones de barriles diarios a partir del 1 de enero y durante seis meses, hasta situar la oferta diaria en 32,5 millones. Libia y Nigeria quedan fuera del acuerdo por sus conflictos internos e Irán podrá incluso producir más, hasta los 3,8 millones para aprovechar su vuelta al mercado tras las sanciones internacionales que le afectaban.

Arabia Saudí, el principal productor del cártel, contribuirá con más de 400.000 barriles y Rusia, que no forma parte de la organización y hasta ahora defendía congelar la producción, apuesta ahora por reducirla en 300.000 barriles, que se sumarían a una cantidad similar por parte de otros productores ajenos a la OPEP. Así, la oferta global diaria deberá reducirse en unos 1,8 millones.

EL ACUERDO

«Esta vez no podían acabar la cumbre sin anunciar un acuerdo», afirma Mariano Marzo, catedrático de Estratigrafía y profesor de Recursos Energéticos y Geología del Petróleo en la Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona. Quizá por ello, la cumbre se salvó en el último minuto mediante llamadas de teléfono de las autoridades rusas y las saudíes. Esas conversaciones aparcaron, al menos por ahora, las rivalidades entre Arabia Saudí e Irán, que impidieron pactos anteriores. Cuando todo parecía atado surgió el problema de Indonesia, que había vuelto a la OPEP tras siete años fuera, pero discrepaba de la cuota que le correspondía. Para evitar que esto dinamitara la primera rebaja de oferta en casi una década, se optó por mantenerlo temporalmente fuera de la organización. Solución de emergencia.

Pero el problema de fondo es que la OPEP arrastra un historial de pocos cumplimientos. La pauta la ha marcado Arabia Saudí, a la que han seguido los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait. La mayoría de los presupuestos públicos de los miembros del cártel, aunque en algunos casos han iniciado políticas de diversificación, dependen aún mucho de los ingresos por el crudo. Es por ello que suelen tender a sobreproducir cuando ven que pueden hacer más caja.

En todo caso, la reducción de 2,2 millones de barriles diarios que acordaron en el 2008 provocó un desplome del barrill hasta el nivel de los 30 dólares, si bien un año después escaló hasta los 75. Pero entonces la OPEP tenía menos competidores, como, por ejemplo, los productores mediante fracking o fracturación hidráulica en Estados Unidos. Y pese a que una comisión de la OPEP y de productores de fuera del cártel hará un seguimiento del acuerdo, lo cierto es que su cumplimiento dependerá de la buena voluntad y confianza. Eso genera dudas en los mercados.

LA INCÓGNITA DE RUSIA

Y Rusia, que se ha implicado de lleno en esta ofensiva para elevar el precio del barril del petróleo en el primer acuerdo con el cártel petrolero desde el año 2001, pretende calcular su recorte en base a la producción del mes de noviembre, la más elevada de los últimos 30 años, hasta los 11,21 millones de barriles. Esa cantidad supera en medio millón de barriles la que producía en agosto, un mes antes de que Moscú llegara a un acuerdo inicial con la OPEP en Argel. Está previsto que a lo largo de esta misma semana se celebre una reunión entre miembros de la OPEP y otros países ajenos al cártel para cerrar un pacto definitivo. Habrá que ver si están dispuestos a esperar efectos de una subida a medio o largo plazo o prefieren ingresos inmediatos, aunque sea con el barril más barato. Moscú no suele ser de los que cumplen. Y menos si necesita dinero.

Con este pacto, Arabia Saudí lleva a cabo un giro total en su estrategia que consistía en mantener la cuota de mercado a costa de vender barato. Con ello esperaba expulsar del mercado a los productores de crudo mediante fracking o fracturación hidráulica en Estados Unidos. Ahora, en cambio, se ha convertido en el promotor de la estrategia contraria por la necesidad de financiar un elevado gasto público. De esta forma, carga con la mayor parte del ajuste (486.000 barriles diarios menos a partir de enero).

Durante el pasado mes de abril, un acuerdo para congelar la oferta estalló por los aires al exigir Riad que Irán, su eterno rival, se sumara al pacto. Al menos por ahora el pragmatismo o, la necesidad, se han impuesto.

EL CASO DE ESTADOS UNIDOS

Hay un claro límite a la escalada del barril. Se trata del fracking, el método mediante el que Estados Unidos no solo ha logrado autoabastecerse sino exportar. En las cuencas de Tejas sigue la producción y superar los 60 dólares la haría más atractiva. Precios altos y costes a la baja en la tecnología estimulan la producción.

«La clave para el año que viene es que el precio no puede subir mucho más porque estimularía el fracking y, por tanto, la sobreoferta y el descenso de precios», explica Marzo. Es lo que sucedió a mediados del 2014, con el desplome del barril de hasta el 70%, desde los niveles de más de 100 dólares. Arabia Saudí consideró que la mejor arma era aguantar para que el fracking fuera inviable. No tuvo éxito y además ahora Estados Unidos, con el recién elegido Donald Trump como presidente electo, los combustibles fósiles renacen.

MENOS PODER

Lo cierto es que con el peso de otros productores y la eclosión del fracking, la OPEP tiene menos poder. «Es el tiempo de los especuladores», según pone de manifiesto Marzo.

Como ha sucedido en otras ocasiones, en el mercado dominará la volatilidad. Y es posible que la cotización supere los 60 dólares a finales de año o principios del 2017 a golpe de declaraciones de los países implicados. Pero posteriormente podría caer hasta los 50 o 40 dólares. Además está la demanda, que en el 2017 puede reducirse. Todas las previsiones de crecimiento apuntan a una desaceleración de las economías más desarrolladas.