Que la inversión en Bolsa conlleva riesgo nadie lo duda. Años de crisis recientes, desde la de las puntocom, la inmobiliaria, la de la prima de riesgo española y el rescate a sus cajas de ahorros, hasta la más reciente tras el desplome del precio del petróleo, han demostrado que en Bolsa solo se puede invertir aquellos excedentes financieros que no se van a necesitar a corto plazo.

Para ese porcentaje de ahorro destinado al mercado bursátil hay que elegir cuidadosamente las acciones o los fondos que compondrán dicha cartera. Elegir por temas de inversión se antoja una buena decisión. Y cuanto más amplio sea nuestro horizonte, más probabilidades de que la lógica termine imponiéndose.

¿Cree usted que el petróleo es una energía limpia y sin riesgos medioambientales? ¿Que el sector textil ofrece condiciones laborales justas a sus trabajadores en todas partes del mundo y que los consumidores van a seguir comprando prendas siguiendo los parámetros de la moda año tras año sin importarles cuán lleno tienen ya su armario? ¿Cree que el acero será la materia prima del futuro que garantiza de forma innegable la seguridad de, por ejemplo, los coches y que no hay otra alternativa que garantice la seguridad en vuestros viajes por carretera?

Si la respuesta es afirmativa, le recomiendo que invierta en compañías de estos sectores. Si no es así, le aconsejo que vaya trasladando sus ahorros progresivamente a otras áreas. Por ejemplo hacia empresas que se beneficiarán de los acuerdos adoptados tras la Cumbre de París del año pasado, en el que el mundo se ha comprometido a gestionar la transición hacia una economía baja en dióxido de carbono.

Si bien es cierto que no se prevén sanciones para aquellos países que no afronten los compromisos adquiridos, sí les compromete a informar sobre sus emisiones y sus esfuerzos para reducirlas. El público escarnio del mal cumplidor ejerce un gran incentivo, no solo moral sino también comercial pues la marca y la reputación de ese país se resentirá.