La crisis aún no se ha superado, la recuperación es incipiente y anémica, y el desempleo sigue creciendo en la casi totalidad de los países. Pero el elevado nivel de déficit público acumulado para amortiguar la recesión y la explosión del volumen de deuda pública ha forzado a los gobiernos de Europa a recortar el gasto público para enderezar sus finanzas, garantizar la solidez del euro, tranquilizar a los mercados y evitar que los tipos de interés de las emisiones de deuda se disparen.

Los países de la zona euro han colocado en el mercado desde inicios de año la cifra récord de 137.000 millones de euros en deuda pública, lo que está generando un creciente nerviosismo entre los grandes inversores, según fuentes financieras. Los gobiernos europeos deben además competir con las todavía más ingentes emisiones de deuda de EEUU, cuyo astronómico déficit público se situará este año en el 13% del PIB.

El éxito inicial de la primera emisión de deuda griega con cinco veces más compradores que oferta tranquilizó los mercados la semana pasada. Pero la decisión de ampliar hasta 8.000 millones la cantidad inicial prevista de bonos a cinco años de 5.000 millones y el anuncio de una nueva emisión en febrero de bonos a 10 años provocó una caída de los rendimientos de la deuda ya emitida y desencadenó un sentimiento de desconfianza entre los inversores respecto a los mercados europeos.

Este clima de desconfianza se ha extendido a los otros países de la zona euro con déficit muy elevado, como España y Portugal, a causa, entre otras cosas, de los comentarios públicos poco prudentes del comisario de Economía y Asuntos Monetarios, Joaquín Almunia, que destacó que ambos países compartían "problemas comunes" con Grecia. Aunque Almunia se refería a la competitividad, los mercados no perdonaron. La desconfianza de los inversores también afecta a Irlanda e Italia. La actual crisis de los mercados de renta fija y variable será uno de los puntos que abordarán los líderes europeos en la cumbre que mantendrán el 11 de febrero en Bruselas.

Para demostrar su firme determinación a sanear las finanzas públicas, los gobiernos de la zona euro han acordado que todos los Estados comenzarán este año el proceso de ajuste presupuestario para reducir el déficit, salvo Alemania, Holanda y Austria. Todos los países de la zona euro se han comprometido a que su déficit público no supere el 3% del PIB a finales del año 2013, salvo Irlanda que tiene un año más de plazo y Grecia que debe lograrlo un año antes.