La incertidumbre se ha instalado en los centros de trabajo que Unipost tiene en Aragón. El operador postal presentó el martes concurso de acreedores en los juzgados de Barcelona con unas deudas de cerca de 50 millones de euros, dejando en el aire el futuro de unos 250 empleos en la comunidad (casi 2.500 en toda España). Aunque eran conscientes de las dificultades por las que atraviesa la compañía, que lleva encadenando pérdidas desde el 2015, la noticia cogió por sopresa a los trabajadores aragoneses. De hecho, la plantilla se enteró ayer por los medios de comunicación, algo que criticaron las fuentes sindicales consultadas.

«Todos estamos muy nerviosos e inquietos porque no sabemos lo que va a suceder y porque somos conscientes de que más del 90% de los concursos acaban con la liquidación de la compañía», aseguró ayer a este diario el delegado sindical de CCOO en Unipost Zaragoza, José Luis Melús.

Pese a las dificultades, el primer operador postal privado de España encara el proceso con una apuesta por la continuidad. La compañía está preparando un plan de viabilidad que pasa por una profunda reestructuración, quitas y esperas para los acreedores y una redefinición estratégica. Al margen de las administraciones públicas, la deuda se reparte casi a partes iguales entre la banca y los proveedores.

Sus problemas financieros vienen de tiempo atrás. No en vano, la empresa realizó dos expedientes de regulación de empleo en el 2009 y el 2013, y el goteo de salidas no ha cesado en los últimos ejercicios. Tanto es así que hace menos de dos años, la firma empleaba en Zaragoza a 250 personas, mientras que ahora apenas son 190. «La mayoría de personal de la capital aragonesa está en el centro logístico que hay en la Ciudad del Transporte de la autovía de Huesca y el resto en las oficinas de reparto de las calles Aznar Molina y Ciudadela», explicó la presidenta del comité, Yolanda Callejo, que recordó que el grupo también tiene oficinas en Huesca y Teruel. Unipost, que además de la de Zaragoza tiene plataformas logísticas en Madrid y Barcelona, empleaba hace cuatro años en la comunidad a cerca de 350 personas, casi 100 más que ahora.

La plantilla de Aragón ha vivido en sus propias carnes las dificultades por las que atraviesa la compañía, ya que los retrasos en el pago de las nóminas son constantes desde hace tiempo. «Desde hace un año y medio nos pagan cada sueldo en cuatro veces, además de que aún nos deben la paga de Navidad, el 60% de la de verano del año pasado y toda la de este», lamentó Melús.

NÚMEROS ROJOS / Según consta en el Registro Mercantil, entre el 2011 y el 2015, los números rojos acumulados superan los 23 millones, lo que ha llevado a la empresa a ver cómo su patrimonio neto pasaba de los 13,2 millones a los 4 millones negativos en el mismo periodo. Las tensiones de tesorería, motivadas por la desconfianza de la banca y los proveedores ante el deterioro de la situación, se vieron aliviadas en marzo del 2016 cuando Unipost logró llegar a un acuerdo con la banca para refinanciar su deuda.

Sin embargo, la empresa no logró dejar atrás sus problemas, causados por un modelo de negocio que apenas ha evolucionado en los últimos años y por unos márgenes muy estrechos. Y es que Unipost, con una estructura muy pesada a pesar de los ERE, competía sobre todo en precio y su única aspiración ya sólo era ser comprada. Unipost, que apareció en la lista de morosos de la Hacienda con facturas pendientes de 5,4 millones referidas al cierre del 2016, se creó en 2001.