Aragón cerró el año 2016 con un crecimiento de la venta de viviendas del 3,4 %, con un total 11.706 operaciones, que suponen el 2,6 % de las ventas realizadas en España (460.000), aunque todavía queda lejos del nivel máximo alcanzado en 2005 con una media cercana a 26.000 operaciones.

Además, el crecimiento registrado en 2016 dista del alcanzado en 2015 (30,5 %) y 2015 (14,1 %), señala el informe Situación Inmobiliaria de BBVA Research.

Por provincias, Huesca lideró el crecimiento, con 7,7 %, seguida de Zaragoza (4,4 %), mientras que Teruel cayó un 10,9 % con 1.033 operaciones tras dos años de crecimiento, lo que no impide que la Comunidad encadene así tres años consecutivos de repunte, aunque el ritmo de crecimiento ha descendido.

El dinamismo económico que presenta la región para 2017, con un crecimiento superior a la media nacional (2,9 % vs. 2,7 %), así como la poca dependencia de la demanda inglesa, que podría verse afectada por el Brexit, mantienen en positivo las previsiones para 2017.

El sector inmobiliario está consolidando su recuperación en España, aunque Aragón aún se sitúa a la cola de este crecimiento, según el citado informe.

La venta de viviendas a extranjeros también creció en 2016, con 1.051 operaciones, el 9 % del total de las ventas de Aragón. Zaragoza registró el mayor número de estas operaciones, con 792, seguida de Huesca (160) y Teruel (99).

En cuanto al precio del metro cuadrado, según los datos del Ministerio de Fomento, Huesca registró en 2016 una caída del 2,5 % respecto al ejercicio anterior, con una media de 1.113 euros, mientras que en Teruel y Zaragoza aumentó un 1,3 % y un 2,2 %, respectivamente, hasta 807 y 1.265 euros. En España, el precio del metro cuadrado creció en 2016 un 1,9 %, hasta los 1.512 euros.

El incremento del empleo, la reducción del grado de endeudamiento de los hogares, los bajos costes de financiación y el mayor optimismo de los hogares con respecto a la evolución de la economía, también pueden influir positivamente a lo largo de 2017.

Sin embargo, Aragón no está exenta de riesgos, ya que cuenta con una población más envejecida que la media: el 36,6 % de la población tiene entre 25 y 40 años. Además, el flujo migratorio es negativo, lo que puede provocar una caída de la demanda interna de viviendas y un mayor aumento de la demanda extranjera.