--¿Estamos saliendo de la crisis?

--La pretendida salida de la crisis es una parte del relato que el Gobierno del PP se había planteado. Las cifras macro parecen indicar eso, pero hay mucha incertidumbre en países como Japón y Alemania. Lo que deberían replantearse los gobiernos europeos es si las políticas de austeridad nos están sacando de la crisis. Hasta que no se cambien esas políticas y no se tomen en serio las de estímulo no podremos hablar de salir de la crisis.

--¿Qué es lo que más le preocupa de la situación actual?

--El mercado laboral en general, y que el verdadero problema ahora es el crecimiento de la desigualdad. Se percibe en las altas tasas de paro, en una contracción de los salarios, las jornadas trabajadas no crecen, la tasa de cobertura de los desempleados ha bajado al 55% y en que la exclusión social está creciendo. Lo más preocupante es que ya empieza a ser pobre la gente que tiene empleo. Un empleo ya no garantiza la inclusión social y el bienestar familiar.

--¿Qué papel están llamados a jugar los sindicatos en la recuperación?

--Un papel fundamental. El modelo social europeo debe ser defendido, con unos servicios sociales básicos para la población. Lo que ocurre es que el capital global está intentando destruir ese modelo. Para evitarlo son básicos los sindicatos.

--¿El Gobierno del PP ha actuado en esta dirección?

--Si, sí. El Gobierno ha intentado dinamitar la estructura sindical, a través de la reforma laboral. No solo ha agredido a los trabajadores sino que ha atacado al corazón de la actividad sindical, que es la negociación colectiva. El hecho sindical no está muerto, pero si amenazado por los que piensan que las organizaciones sindicales son básicas para mantener el modelo social.

--¿Qué autocrítica hace de los sindicatos durante estos años?

--Todos los días hacemos autocrítica. Los escándalos que pueden haber afectado al sindicato son de la misma naturaleza que los puedan haber afectado a otras organizaciones. No obstante, hay elementos de causa general contra los sindicatos. El tema de las tarjetas de Caja Madrid es un caso imperdonable, pero son personas que se corrompen y deben irse o, si no, echarlos. Pero en los ERE de Andalucía se están mezclando muchas cosas. No se puede abrir una causa general contra los sindicatos. En cualquier caso, lo que hay que hacer es apartar a la manzana podrida.

--¿Los sindicatos tienen un problema de financiación?

--Es un problema que no hemos resuelto. Pretendemos vivir de las cuotas de los afiliados, pero hay una parte de nuestra labor que afecta a todos los trabajadores por ley, por ejemplo, cuando negociamos un convenio colectivo. Por tanto, hay trabajadores que pagan una cuota para que las ventajas sean de todos los trabajadores y eso no es justo. Habrá que pararse a pensar cómo se retribuye esa labor que hacen los sindicatos. Pedimos un debate abierto y transparente en este tema. Los sindicatos, que nos hemos financiado a través de contratos con las administraciones públicas, cuando se han detraído esos recursos hemos caído en un problema de financiación.

--¿Cómo se ha plasmado eso en UGT Aragón?

--Hemos pasado de 10,5 millones de presupuesto en 2010 a 5 millones ahora. En el 2010 recibíamos 7,5 millones de programas realizados con la administración y ahora solo 2,5 millones

--¿Ha influido esto en la debilidad del diálogo social en Aragón?

--El diálogo social está en parada cardiorrespiratoria desde hace tiempo y con el espejo delante para comprobar si aún respira. La cordialidad entre agentes sociales no basta, hacen falta medidas presupuestarias efectivas.

--¿Cómo está respondiendo la afiliación en UGT Aragón?

--Tuvimos un periodo de bajada de afiliación en mitad de la crisis, que ya se cortó. Ahora se está estabilizando. En centros como Opel y BSH, donde ha existido negociación colectiva los trabajadores nos han apoyado. Tenemos miedo de que el trabajador se distancie de los sindicatos donde no ha habido capacidad de negociación, como en la administración pública. Por eso la negociación colectiva es crucial.

--¿Y qué pasa con los empleados de micropymes y los autónomos?

--En las empresas con más de seis empleados se puede votar y ahí mantenemos el nivel de representación. En esas empresas es básico el convenio y la negociación colectiva. La reforma laboral ha pretendido acabar con los convenios sectoriales e ir a una negociación de empresa. Nuestro empeño es mantener los convenios sectoriales, frente al Gobierno que los quiere dinamitar. Ahí somos útiles a los trabajadores. Otro sector que nos preocupa mucho es el precariado. Hay una parte de población joven con difícil encaje en el mercado laboral y que cuando entra lo hace en condiciones muy precarias. Hay que buscar fórmulas para representar a toda esa gente.

--¿Se subirán los salarios?

--El salario es un elemento fundamental de las economías occidentales vía consumo. El estancamiento de los salarios estanca la economía. Los sindicatos estamos negociando con la patronal que en aquellas empresas donde haya incremento de beneficio y productividad puedan subir los salarios. Claro, no será igual en todos los sectores y empresas. La subida salarial es imparable donde hay beneficios.

--¿UGT ha analizado el nuevo mapa político que viene?

--Nosotros hablaremos con los partidos que estén. Los sindicatos hemos canalizado, en parte, la tensión social de la crisis. Ahora parece que la gente quiere encauzar ese malestar a través del voto. Queremos hablar con las nuevas fuerzas políticas para conocernos. Vamos a hablar con el Gobierno que salga, aunque antes exigiremos a las fuerzas de izquierdas que se esfuercen para formar gobiernos que cambien las políticas de austeridad. Los gobiernos, al final, parece que van a ser cosa de coaliciones.

--¿Con Podemos?

--Está demostrado que la gente tiene muy claro que la canalización del malestar social se hace a través de la política. Ahora, los instrumentos políticos parece que a mucha gente no le sirven. La confianza de los ciudadanos en los partidos tradicionales se ha roto y hay una corriente de opinión que quiere apostar por algo nuevo.

--¿Qué autocrítica hace de los sindicatos durante estos años?

--Todos los días hacemos autocrítica. Los escándalos que pueden haber afectado al sindicato son de la misma naturaleza que los puedan haber afectado a otras organizaciones. No obstante, hay elementos de causa general contra los sindicatos. El tema de las tarjetas de Caja Madrid es un caso imperdonable, pero son personas que se corrompen y deben irse o, si no, echarlos. Pero en los ERE de Andalucía se están mezclando muchas cosas. No se puede abrir una causa general contra los sindicatos. En cualquier caso, lo que hay que hacer es apartar a la manzana podrida.

--¿Los sindicatos tienen un problema de financiación?

--Es un problema que no hemos resuelto. Pretendemos vivir de las cuotas de los afiliados, pero hay una parte de nuestra labor que afecta a todos los trabajadores por ley, por ejemplo, cuando negociamos un convenio colectivo. Por tanto, hay trabajadores que pagan una cuota para que las ventajas sean de todos los trabajadores y eso no es justo. Habrá que pararse a pensar cómo se retribuye esa labor que hacen los sindicatos. Pedimos un debate abierto y transparente en este tema. Los sindicatos, que nos hemos financiado a través de contratos con las administraciones públicas, cuando se han detraído esos recursos hemos caído en un problema de financiación.

--¿Cómo se ha plasmado eso en UGT Aragón?

--Hemos pasado de 10,5 millones de presupuesto en 2010 a 5 millones ahora. En el 2010 recibíamos 7,5 millones de programas realizados con la administración y ahora solo 2,5 millones

--¿Ha influido esto en la debilidad del diálogo social en Aragón?

--El diálogo social está en parada cardiorrespiratoria desde hace tiempo y con el espejo delante para comprobar si aún respira. La cordialidad entre agentes sociales no basta, hacen falta medidas presupuestarias efectivas.

--¿Cómo está respondiendo la afiliación en UGT Aragón?

--Tuvimos un periodo de bajada de afiliación en mitad de la crisis, que ya se cortó. Ahora se está estabilizando. En centros como Opel y BSH, donde ha existido negociación colectiva los trabajadores nos han apoyado. Tenemos miedo de que el trabajador se distancie de los sindicatos donde no ha habido capacidad de negociación, como en la administración pública. Por eso la negociación colectiva es crucial.

--¿Y qué pasa con los empleados de micropymes y los autónomos?

--En las empresas con más de seis empleados se puede votar y ahí mantenemos el nivel de representación. En esas empresas es básico el convenio y la negociación colectiva. La reforma laboral ha pretendido acabar con los convenios sectoriales e ir a una negociación de empresa. Nuestro empeño es mantener los convenios sectoriales, frente al Gobierno que los quiere dinamitar. Ahí somos útiles a los trabajadores. Otro sector que nos preocupa mucho es el precariado. Hay una parte de población joven con difícil encaje en el mercado laboral y que cuando entra lo hace en condiciones muy precarias. Hay que buscar fórmulas para representar a toda esa gente.

--¿Se subirán los salarios?

--El salario es un elemento fundamental de las economías occidentales vía consumo. El estancamiento de los salarios estanca la economía. Los sindicatos estamos negociando con la patronal que en aquellas empresas donde haya incremento de beneficio y productividad puedan subir los salarios. Claro, no será igual en todos los sectores y empresas. La subida salarial es imparable donde hay beneficios.

--¿UGT ha analizado el nuevo mapa político que viene?

--Nosotros hablaremos con los partidos que estén. Los sindicatos hemos canalizado, en parte, la tensión social de la crisis. Ahora parece que la gente quiere encauzar ese malestar a través del voto. Queremos hablar con las nuevas fuerzas políticas para conocernos. Vamos a hablar con el Gobierno que salga, aunque antes exigiremos a las fuerzas de izquierdas que se esfuercen para formar gobiernos que cambien las políticas de austeridad. Los gobiernos, al final, parece que van a ser cosa de coaliciones.

--¿Con Podemos?

--Está demostrado que la gente tiene muy claro que la canalización del malestar social se hace a través de la política. Ahora, los instrumentos políticos parece que a mucha gente no le sirven. La confianza de los ciudadanos en los partidos tradicionales se ha roto y hay una corriente de opinión que quiere apostar por algo nuevo.