El PP afronta el 26-J con moderado optimismo. Sus dirigentes dicen haber percibido en los días de intensa campaña más apoyo que en diciembre, dado que buena parte de los ciudadanos les han «perdonado» y otra buena parte les prefiere como opción más segura para que haya un gobierno y este no dependa de Podemos. En las porras de resultados, muchos cargos creen que su partido superará la barrera de los 130 escaños, es decir, siete más que en Navidad, con lo que confían en ganar fuerza para liderar sin menos obstáculos los complicados pactos que se avecinan. Ahora bien, el equipo de campaña es más prudente y también baraja la opción más nefasta, que el PP, pese a ganar, rebaje el número de parlamentarios y con ello se mermen las posibilidades, ya de por sí exiguas, como se comprobó en la microlegislatura, de que Mariano Rajoy retenga el poder.

Públicamente nadie se pone en este escenario, pero desde el primer momento se barajó que la unión de Podemos e IU podía arrebatarles los llamados restos de escaños en varias provincias y el trascurso de la campaña y el empuje de los morados les hace temer que sus peores expectativas se cumplan; pese a sus sondeos internos, aprecian una mejora del porcentaje de voto pero no afinan bien los escaños.

El cierre de la carrera hacia las urnas ha estado marcado por dos acontecimientos imprevistos: el Fernándezgate y el brexit. Y ambas situaciones, pese a ser muy distintas, el PP cree que juegan a su favor. En el caso de las grabaciones al ministro del Interior y al jefe de la oficina Antifrau, voces del partido consideran que la polémica moviliza al votante más conservador, al que no ve con malos ojos que Jorge Fernández Díaz emplee su tiempo en escarbar en busca de casos de corrupción que puedan debilitar, de paso, a los independentistas. En el caso de la salida del Reino Unido de la UE los conservadores opinan que movilizará a buena parte de los indecisos a confiar en una opción que ofrece «certidumbre» ante una coyuntura inestable.

De hecho, ayer el PP aprovechó para arrimar el ascua a su sardina y Rajoy, así como Soraya Saénz de Santamaría y Luis de Guindos desde la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, recurrieron al mantra conservador de que España necesita «seguridad» y que continúen las «políticas responsables». El presidente, tras lanzar el mensaje institucional en la Moncloa, dejó los recados electorales para las entrevistas en los medios y los mítines posteriores en los que aprovechó para recordar su oposición a los referéndums, especialmente al catalán, y para sacar pecho de sus reformas. «Si esto [el brexit] nos coge en el 2011, no quiero pensar lo que hubiera ocurrido en nuestro país”, aseveró.

Asimismo, el candidato conservador agudizó la estrategia de polarización entre el PP o Podemos. Así, Rajoy incidió en que «solo hay dos alternativas, una en torno al PP y otra en torno a Podemos», que es «lesiva para España», porque las fuerzas «extremistas y radicales» quieren derribarlo «todo», incluido los principales valores constitucionales. El presidente en funciones insistió además en la necesidad de que los españoles «moderados» aglutinen sus votos y apoyen al PP si quieren frenar a Podemos. Recordó que las papeletas que fueron a parar a C’s en 25 provincias «no sirvieron» para que la fuerza naranja obtuviera escaño y reforzaron, por contra, al PSOE y a Pablo Iglesias. «No están las cosas para tirar el voto», reflexionó. H