Lo que no se ha avanzado en dos semanas se tiene que hacer en cuatro días. El próximo sábado se decide el próximo alcalde de Zaragoza y ya no había tiempo para frivolidades. Ni para reproches, que los hubo, ni para andarse con rodeos, que también. Zaragoza en Común (ZeC) se reunió con PSOE, Chunta Aragonesista y Ciudadanos en la junta municipal del Casco Histórico en una maratoniana sesión vespertina en la que su alcaldable, Pedro Santisteve, tomó las riendas. Y era una novedad ya en sí mismo. Para reorientar las críticas y tratar de escuchar algo más tangible en la propuesta de quienes están citados a votarle el día 13. Y, aparte de las "buenas sensaciones", la conclusión que él mismo extrajo es que las condiciones escuchadas hasta la fecha son "asumibles". Al menos por su parte, porque la asamblea ciudadana se pronuncia hoy mismo.

"No veo ninguna divergencia que nadie haya mostrado y que me haga estar preocupado de cara al sábado". Con esta afirmación se mostraba satisfecho al término de las tres reuniones, en las que, señaló, "parece que se ha reconducido todo a una situación de normalidad, de hablar de cosas en concreto y de lo que tenía que haber sido todo desde un principio". Una "buena actitud por parte de todo el mundo" de cara a una elección en la que necesita su apoyo.

Pero lo que importaba ayer era empezar a aterrizar, dejar las buenas intenciones para pasar a las concreciones de ideas clave que pueden decantar el voto en la elección del alcalde. Y el PSOE fue, en este sentido, el más concreto en su planteamiento en este segundo encuentro. Dejando sobre la mesa algunos temas que les enfrentarán, a buen seguro, en los próximos meses. Y que falta por esclarecer si son capaces de suavizar esas tensiones o si estas son razones suficientes para dejar que gobierne el Partido Popular en Zaragoza.

MEDIDAS A ESTUDIAR

Roberto Fernández, Javier Trívez, Marta Aparicio y Martín Nicolás entregaron un documento de 13 puntos en los que, a su juicio, debería sustentarse un acuerdo de estabilidad en el ayuntamiento. Con eufemismos plasmaron en el papel que consideran importante mantener la presión fiscal, garantizando una bajada del tipo impositivo en el IBI de en torno al 20%; que se avanzará en desarrollos urbanísticos haciendo que la propia Administración lidere las obras de urbanización --no hacía falta concretar en el caso de Arcosur o de la avenida Cataluña--, las adelante y luego pase la factura a los dueños del suelo (en su mayoría bancos); o planteamientos como mantener los acuerdos alcanzados en grandes equipamientos deportivos, evidente referencia a la cesión a 75 años de La Romareda al Real Zaragoza.

"Estamos hablando de pactos de investidura, no acuerdos de gobernabilidad", remarcó Santisteve, quien recuerda que estos temas de discrepancia habrá que ir discutiéndolos durante la legislatura. Sobre La Romareda, por ejemplo, aunque se pueda poner en riesgo su elección como alcalde. "Me parece fuera de lugar que por un tema en concreto se ponga en cuestión la investidura, me parece más importante todos los acuerdos sobre el plan de emergencia social y toda la situación que hay que acometer con la gente que está hoy desahuciada o empobrecida. Ese es el gran reto de ZeC y de todas las fuerzas progresistas que quieran cambiar el sino de un tercio de la población", recalcó. "Hay que hablar de lo real", apostilló.

Desde el PSOE, Javier Trívez celebró la "buena acogida" de las propuestas trasladadas a la mesa de negociación pero optó por la cautela para decidir qué ocurrirá el sábado. Los socialistas no parecen dar por hecho su apoyo a Santisteve, ni trasladar la sensación de que será un acuerdo fácil. "Falta poco, así que tiene que haber acuerdo o no dentro de muy poco, tal vez pasado mañana", apuntó.

Un cambio de tendencia que evidencia que el PSOE empieza a desprenderse de la vitola de hermano mayor de la izquierda en el consistorio ante un recién llegado que se ha puesto rebelde en los primeros días de negociación, pero que no va a dejar pisotearse. Aunque el entendimiento casi se dé por hecho. Por eso los escasos 25 minutos de reunión sirvieron, tras la tensión inicial, para limar asperezas y poner un nuevo punto de partida. Con condiciones como La Romareda para las que, en realidad, no necesita a ZeC para tener mayoría en el pleno.

Algo similar pasó con Chunta, que llegó a la reunión cargado de motivos para recalcar, analizando al detalle el programa de ZeC, que "no somos lo mismo al 100%" y que algunos de los planteamientos le generan "dudas". Lo que no quita que tengan "voluntad de acuerdo" o que se sientan "cómodos" haciendo hincapié en las coincidencias y ver cómo se solucionan su fricción.

En el caso de Ciudadanos, Santisteve firmó el decálogo sobre regeneración democrática que estos imponían y, aún así, les genera "inquietud" ZeC. Como el hecho de que haga salvedades en apartados que exceden la competencia municipal. Del programa, no hay exigencias ni debate. Su voto, de nuevo en el aire.