El bono español a diez años hubo de pagar ayer un interés del 7,8%. La deuda se ha puesto por las nubes y ya nadie duda de que los mercados están marcando de cerca al próximo Gobierno. La inmensa indefinición de Mariano Rajoy resulta clamorosa. En las últimas horas, el líder conservador ha concedido entrevistas y pronunciado discursos repletos de ambigüedad. En Europa, el argumentario del PP causa alarma. Sus propuestas o no están claras o son inviables. Así ve las cosas, por ejemplo, el diario Times. Y la CEOE exige directamente al futuro presidente que el mismo día 21 explique con claridad qué piensa hacer y cómo. El tiempo se agota.

PARADOJAS Hace poco más de una semana Rajoy podía desear que la campaña acabase inmediatamente para recoger en las urnas la cosecha de votos que le venían prometiendo las encuestas; ahora tal vez querría que este tiempo muerto se prolongase indefinidamente, porque gobernar España en plena tormenta financiera se está poniendo muy crudo. Más paradójico aún resulta el hecho de que la única esperanza del PP en esta coyuntura sea (aunque nadie lo dice) que se cumplan las frenéticas peticiones de José Luis Rodríguez Zapatero (y de Alfredo Pérez Rubalcaba) para que las instituciones europeas, sobre todo el Banco Central, den la cara y protejan la deuda soberana de los países más vulnerables a los ataques especulativos.

Si Rajoy pensó en algún momento que su llegada al poder apaciguaría a los inversores, habrá de entender que la cosa no será tan fácil, que los tiburones han olido la sangre, han probado la carne y quieren más. Sigue diciendo (ayer, en Badajoz) que nuestro país saldrá adelante. Y se toma las cosas con tanta calma que asegura saber quién va a ser su ministro de Economía (y primer vicepresidente, según parece), pero aún no se lo ha dicho al interesado o interesada. No ha organizado su Gabinete, no ha comunicado nada concreto a quienes podrían ser sus ministros, no trae preparado un paquete de medidas urgentes (y si lo trae no lo explica) y no hay manera de que suelte prenda sobre casi nada. "No quiero hablar de recortes --dice-- sino de crecimiento, de crear empleo, de tener ingresos y de que las administraciones tengan dinero". Una carta a los Reyes Magos. Porque la ortodoxia económica que reclama Europa (o sea, Alemania) implicará recortes de todo tipo. Zapatero sacó la tijera. Rajoy, si ha de cuadrar las cuentas, tendrá que poner en marcha la motosierra. Declarar insostenible la aplicación de la Ley de Dependencia es apenas una muestra sin valor.

El PP aún se parapeta tras la responsabilidad de Zapatero. Los conservadores saben que van a ganar, quieren ganar y se regodean con la victoria. Pero intuyen con aprensión lo que les espera tras el 20-N. Rajoy ha rechazado explícitamente los gobiernos técnicos "que nadie ha elegido". ¿Teme ser devorado algún día por la soberanía financiera que opera desde las sombras?

'MIMITOS' Mientras, Rubalcaba animaba a sus seguidores catalanes. En Barcelona coincidió con Carme Chacón, quien previamente había reafirmado la posibilidad de que una mujer catalana (ella, claro) llegase a ser secretaria general del PSOE. No hubo fricción entre ambos dirigentes socialistas. Exhibieron unidad e incluso se prodigaron carantoñas, porque la ministra de Defensa se ha inventado para esta campaña unos cariños ("mimitos" los llama) que prodiga a sus compañeros como muestra de empatía. Ayer le tocó a Rubalcaba.

Los socialistas siguen confiando en que los indecisos se muevan alarmados por el juego oculto del PP. Cada declaración de los candidatos conservadores, cada cortina de humo tendida por Rajoy es utilizada como argumento a la contra. Igual que Zapatero, Rubalcaba apela a la gobernanza de Europa para encarar la crisis. Y lanza un señuelo tras otro a los votantes de izquierdas. En Ferraz están convencidos de que el retorno del electorado perdido y la emergencia del sufragio oculto darán la vuelta a los sondeos.

Cayo Lara, por su parte, imita a la leve gota de agua que insiste hasta horadar la piedra. En Sevilla hizo su particular análisis de la situación económica. "¿Por qué? --se preguntó-- ha de ser rescatada España? ¿De qué?". No se quedó ahí. Recordó que nuestra deuda solo es del 63% del PIB (la mitad, por ejemplo, de la italiana) y nuestro déficit del 6,6%. Y exigió a Zapatero que exija a Bruselas una actuación definitiva contra los especuladores.

Lo mejor de esta campaña es... que se acaba hoy.