Hace 72 horas que Mariano Rajoy sostuvo ante su ejecutiva que no pensaba hacer cambios en el partido o el Gobierno pese a los malos resultados del 24-M. El martes, algunos barones relevantes --José Ramón Bauzá, Alberto Fabra y Luisa Fernanda Rudi-- se desmarcaron de la estrategia de inmovilismo y anunciaron su marcha en los próximos meses. Otros como el presidente en funciones de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, amagó con no presentarse ni siquiera al debate de investidura (ha perdido la mayoría absoluta) y la siempre sorprendente Esperanza Aguirre llegó a pedir una refundación en el PP. En medio de esta marejada de acontecimientos lejanos a la línea oficial que tan acostumbrados están los populares a acatar, Rajoy decidió rectificarse a sí mismo y ayer, en el Congreso, anunció que ya no descarta mover piezas en el PP e, incluso, en el Ejecutivo. Previsiblemente esas modificaciones llegarán cuando se hayan formado los gobiernos locales y regionales pendientes.

"En cuanto al partido, iremos poco a poco tomando las decisiones que creamos oportunas para presentarnos a las elecciones y volver a pedir la confianza a los españoles (...). Los cambios, sean en el partido o el Gobierno, se anuncian una vez se han producido como es perfectamente entendible. En cualquier caso el lunes fijé posición", dijo el presidente a los periodistas en los pasillos de la Cámara. Las quinielas se abren, aunque en realidad llevan meses circulando por los despachos de la sede de Génova 13 o de algunas organizaciones regionales.

COSPEDAL Y FEIJÓO

La actual número dos, María Dolores de Cospedal, las protagoniza (su nombre lleva vinculado a una posible salida de la secretaría general desde Semana Santa) después de no haber logrado revalidar la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha, así como el presidente gallego, Alberto Núñez-Feijóo, que continúa apostando por plasmar la "autocrítica" en "hechos y decisiones". A ambos se les considera candidatos en una posible y futura remodelación ministerial.

Cabe destacar que en el PP se da por hecho que el todavía titular de Educación, José Ignacio Wert, abandonará el Gobierno en junio para ser embajador de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y que el ministro de Economía, Luis de Guindos, podría seguir idéntico camino si se terminan de forjar las alianzas necesarias para que presida el Eurogrupo. Esas dos hipotéticas e inminentes salidas podrían constituir una buena excusa para impulsar un cambio en el Consejo de Ministros e insuflar nuevos aires a un Gobierno desgastado. No obstante, la figura de Feijóo también aparece en las cábalas sobre un renovado organigrama en el PP, en el que no es descartable que se refuerce la dirección y la portavocía en un momento en que además se buscan fórmulas para introducir "nuevas caras" en las cúpulas de las organizaciones territoriales (decisiones en las que la dirección nacional quiere tener voz y voto), una vez que Rajoy se ha visto incapaz de impedir el adiós de algunos de sus barones.

Un adiós que, por cierto, no es bien visto por todos los dirigentes autonómicos. "La marcha (de barones) a seis u ocho meses genera inseguridad que no favorece a los ciudadanos", espetó ayer el presidente de La Rioja, el conservador Pedro Sanz.

Queda por ver si como prefiere la cúpula del PP los congresos regionales para elegir nuevos barones se aplazan a enero del 2016, una vez pasadas las generales --elecciones que podrían celebrarse el 22 o 29 de noviembre, según fuentes parlamentarias-- o se adelantan. Ya hay presidentes como Bauzá que han indicado que se quieren marchar en septiembre.

Cierto es que para convocar un congreso extraordinario las organizaciones regionales del PP necesitan permiso de Génova, que podría frenarlos.