Nuestra semana holandesa estuvo cargada de actividades dirigidas principalmente a aspectos de la ciencia, y también otras para conocer un poco la cultura e historia del país anfitrión. Para todos nosotros fue una experiencia inolvidable en la que se forjaron nuevas amistades, se fortalecieron otras y, por supuesto, hubo una inmersión lingüística tanto con las familias holandesas como con los mismos profesores.

El día de llegada hubo un reencuentro con los estudiantes holandeses que nos habían visitado en febrero y conocimos a las familias que nos iban a acoger durante esa semana, quedamos por la tarde todos y pasamos un buen rato juntos. El día siguiente, después de un desayuno típico, nos dirigimos en bici hacia el instituto. Conocimos las instalaciones de mano de los profesores holandeses y de nuestros compañeros y al acabar hicimos una actividad de cocina y construimos un cohete que se propulsaba hidráulicamente, eso sí, con su respectivo descanso para reponer fuerzas. Por la tarde, como todos los demás días, quedábamos juntos en los grandes jardines de sus casas.

A lo largo de la semana hicimos muchas excursiones, entre otras cabe destacar una a una zona de dunas en la que había un paisaje sorprendente. También visitamos la zona costera de Holanda, donde pasamos el día paseando por su gran pier y viendo las espectaculares vistas desde su noria. Viajamos hasta La Haya, una ciudad muy importante a nivel europeo políticamente hablando. Allí visitamos unas mazmorras, dimos una vuelta por la ciudad y visitamos sus edificios más importantes, ayudándonos de la explicación que los profesores nos daban. Ese mismo día, por nuestra cuenta, decidimos ir a pasar la tarde a un complejo de piscinas enorme, donde nos divertimos mucho con sus toboganes y trampolines.

La actividad que más éxito tuvo fue nuestro día en el parque temático Efteling, un parque de atracciones ambientada con historias y cuentos fantásticos. Tuvimos mucho tiempo para montar en las atracciones y pasear por todo el parque, lo que nos hizo cargar nuestra adrenalina para lo que quedaba de viaje.

El fin de semana era decisión de las familias. En mi caso, los padres holandeses quedaron con otro grupo de padres y decidieron que íbamos a visitar Den Bosch, una ciudad medieval atravesada por el río Binnendieze, navegable en el casco urbano. El domingo entre algunos padres se organizaron para acercarnos a Amsterdam y allí pasamos un agradable día. Recorrimos la ciudad y vimos los edificios más importantes de la mano de nuestros partners. Visitamos el RijksMuseum, un museo de arte con obras muy conocidas y nos hicimos una foto en la conocida estatua de I AMSTERDAM. Tras varias horas caminando, fuimos a un parque muy grande que se encontraba en la zona centro y allí fue donde comimos. Ya entrada la tarde, nos montamos en un barco y rodeamos todo Amsterdam, viendo con una audioguia los principales edificios y sitios con su respectiva explicación. Ya a la estación para acabar, vimos el Red Light District.

Aún quedaba la gran fiesta final, un día en el que todos estábamos más unidos que nunca. Hicimos varios juegos y deportes tales como tiro con cerbatana y lanzamiento de pelotas con tirachinas y otros juegos de estrategia.

Ya se fueron acercando las familias y con ellas construimos un barco y nos montamos en él para realizar una carrera entre nosotros. Ya finalizadas todas las actividades se hizo una cena de barbacoa con todas las familias y los profesores. Esa noche ya en casa, tocaba recoger e ir diciendo adiós.

Este viaje ha sido una experiencia inolvidable y recomendable. Además de todo lo que hemos conocido, incluida la gastronomía y la cultura, el idioma que hemos practicado y las experiencias vividas, la amistad que hemos forjado entre el propio grupo y nuestros amigos holandeses ha merecido la pena.