Los productos que reducirán su dosis de sal, azúcar y grasas suponen el 44,5% de la energía total que consumimos habitualmente. Los azúcares añadidos se reducirán en un 10% en la mayoría de productos lácteos, derivados cárnicos, zumos de fruta, salsas de tomate, bebidas refrescantes y cereales chocolateados; en un 18% en las mayonesas, del 3,5% al 7,4% en productos como flan, natillas o arroz con leche, y del 5% en la bollería, pastelerías, helados de hielo, pan envasado y salsas como el kétchup.

En cuanto a la sal, se deberá recortar en un 16% en los derivados cárnicos y mayonesa, en un 5% en el kétchup, en un 10% en los platos preparados, tomate frito y aperitivos salados (excepto las patatas fritas, que deberán recortar la sal en un 13,8%).

Finalmente, el contenido de grasas saturadas deberá reducirse en un 10% en los aperitivos salados y los nuggets, el 5% en el resto de derivados cárnicos y un 5% también en las galletas y bollería.

El compromiso también afecta a los restaurantes, que reducirán en un 50% el contenido en los sobres de azúcar y un 33% en los de sal. Además, el sector de las máquinas de ‘vending’ se ha comprometido a aumentar del 30% al 50% la oferta de alimentos equilibrados y reducir el 15% la dosis máxima de azúcar añadido en máquinas de bebidas calientes.

Las empresas de catering se comprometerán a que los menús ofrecidos en los colegios y hospitales sean más saludables, ya que aumentarán los platos cocinados a la plancha, se priorizarán las carnes magras frente a otras, se reducirán los productos precocinados o fritos y se ofrecerán más legumbres, pescados, verduras y frutas de temporada.