Antes de correr a tomar el turrón, el último día de clase del 2017, los alumnos de 1° de ESO del IES Miguel Servet organizamos, ayudados por los profes, una carrera solidaria con el fin de ayudar a una comunidad infantil del Nepal, donde las familias son muy pobres y la mayoría no tiene dinero para poder disfrutar de la escuela.

Los participantes aportábamos uno o dos euros, y llegamos a reunir los casi 500 que hemos enviado: dinero destinado a la ONG ‘Educanepal’, que reparte material escolar a quien lo necesita, construye escuelas, forma profesores, hace que los niños se diviertan y aprendan juegos.

La maravillosa jornada que nosotros vivimos (tras muchos días de trabajos coordinados en múltiples clases, cargados de motivación), se organizó de la forma siguiente: las primeras dos horas, todas las clases de primero estaban con su tutor desayunando en ambiente festivo y calentando motores.

Después, los equipos se iban a inscribir a su respectiva mesa, donde se atendía a los grupos de relevistas; pues se iba a desarrollar una carrera de relevos de seis componentes cada equipo (con aportaciones de compañeros mayores y veteranos, como profes y algunos padres motivados con la iniciativa).

Se tomaron instantáneas para estudiar en imágenes la futura entrega de premios, y se procedió a estirar para evitar tirones. Los nervios de los previos empezaban a aflorar entre los participantes. Al fin se nos convocó a todos para dar una vuelta de reconocimiento: un kilómetro serpenteante y hermoso, que discurriría entre pistas, jardines e incluso con un escalonado tramo que tenía que atravesar el vestíbulo del centro, a modo de túnel.

Tras la vuelta de reconocimiento, 1º B se destapó con un comprometido discurso elaborado por los alumnos y su simpática tutora. Ya era la hora y el pistoletazo de salida; sonó la detonación y los primeros relevistas salieron, pero lo que no sabíamos es que íbamos a presenciar toda una batalla de verdaderos atletas, hasta profesores y padres que ni mucho menos se iban a quedar atrás: en la última recta saltaron chispas de la velocidad a la que iban… ¡vaya velocistas!

Después se fueron sucediendo las salidas de relevistas y llegadas de otros que corrían para entregar el testigo, cuyos compañeros siguieron dándolo todo por esos nepalíes, que ya son un poco nuestros. En total más de 30 equipos dando muestras de espíritu deportivo, solidario y festivo. Todo un ejemplo.

A la postre se hizo entrega de los premios, nada competitivos: había premios al mejor dorsal, al que gana la prueba (aunque realmente todos somos ganadores), al mejor testigo y al mejor disfraz. El premio al dorsal fue para el equipo 21, con una original familia de unicornios por bandera. Hubo premio para el equipo disfrazado de árbol de Navidad y el testigo de ‘los políticos corruptos’ —vaya tela—, también se llevó premio por su divertida propuesta. Poco después concluiría nuestra jornada solidaria; tan diferente, que a buen seguro permanecerá entre nuestros mejores recuerdos de la vida en el instituto. Todo este día se podría resumir en una frase: «Ayudamos por una idea hermosa: para nosotros un esfuerzo en Nepal, efecto mariposa».