El pasado viernes 13 de octubre se celebró el Día Internacional para la Reducción de los Desastres. La naturaleza es tan sabia, rica y admirable como incontrolable. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, en los últimos 20 años han perdido la vida más 1.350.000 personas por la vulnerabilidad y la exposición a las amenazas naturales, en especial mujeres y niñas. Hay que tener muy en cuenta que en muchos países la violencia de estos fenómenos es todavía más devastadora ya que no cuentan con las infraestructuras ni con los mecanismos preventivos necesarios. Así, los terremotos en Japón, tremendamente frecuentes (más de 6.500 sismos solamente en el 2016), apenas causan daños comparados con otros países, como los que asolaron México en el pasado mes de septiembre y que dejaron, entre los dos, casi 500 fallecidos, unos 8.200 heridos y millones de desplazados. Como señala la ONU, nadie está a salvo de ser víctima de una catástrofe natural, pero la reducción de riesgos puede salvar vidas y concierne a todo el mundo, desde los campesinos hasta los jefes de estado, desde los banqueros hasta los abogados, desde los meteorólogos hasta los medios de comunicación.

Aquí entra en juego con un papel preponderante el cambio climático. Aunque hay mucha gente que todavía no considera que tengan una relación directa, la propia ONU y muchos científicos afirman que el aumento del número y de la violencia de los desastres naturales tiene mucho que ver con el poco cuidado del planeta. De este modo, desde Naciones Unidas, en una resolución aprobada por la Asamblea General en el 2015, se estableció el Marco de Sendai (por la ciudad en la que se reunieron, que está en Japón) para la Reducción del Riesgo.

De este modo, se establecieron siete metas mundiales. La primera y primordial, reducir la mortalidad para el 2030 y, a su vez, hacer que la cifra de afectados baje de forma considerable. En relación con ello, el tercer objetivo es reducir las pérdidas económicas causadas directamente por los desastres naturales en relación con el Producto Interior Bruto mundial. En suma, la cuarta meta desea que se reduzcan considerablemente los daños causados por los desastres en las infraestructuras vitales y la interrupción de los servicios básicos, como las instalaciones de salud y educativas. El quinto es que se incrementen los países que cuentan con estrategias de reducción del riesgo de desastres a nivel nacional y local. Los dos últimos pretenden mejorar la cooperación internacional y los sistemas de alerta temprana sobre amenazas múltiples y de la información y las evaluaciones sobre el riesgo de desastres transmitidas a las personas.

El cambio climático / La relación entre el cambio climático y el aumento de la violencia de los desastres naturales es cada vez más evidente atendiendo a los datos científicos. Así, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) afirma en su informe que «exiten evidencias derivadas de las observaciones efectuadas desde el 1950 de cambios en algunos fenómenos climáticos extremos». Así, se demuestra la influencia directa de la acción del ser humano, además de los factores climáticos y no climáticos que sufren los cambios propios del paso del tiempo.

El estudio del clima es complejo y evoluciona rápidamente. De todos modos, sí que se conoce que a lo largo de la historia ha habido varios ciclos de periodos glaciares e interglaciares de unos 100.000 años. De este modo, el cambio climático es la variación global del clima, tanto por causas naturales como por la acción del ser humano, acentuada enormemente en los últimos siglos. Se traduce en variaciones de los parámetros climáticos. Uno de los principales efectos negativos producidos es el aumento de los gases de efecto invernadero, que son dióxido de carbono, el óxido nitroso y el metano. Provocan que se retenga el calor del Sol, algo fundamental para la vida. Los combustibles fósiles y el consumo energético los han aumentado en un 30%.

En promedio, la temperatura ha aumentado aproximadamente 0,6°C en el siglo XX. El nivel del mar ha crecido de 10 a 12 centímetros y los investigadores consideran que esto se debe a la expansión de los océanos, cada vez más calientes. El impacto potencial es enorme, con predicciones de falta de agua potable, grandes cambios en las condiciones para la producción de alimentos y un aumento en los índices de mortalidad. Por eso, los desastres naturales cada vez son más importantes y acentuados y es cuestión de todos colaborar y trabajar para cuidar el planeta.