Esto de cambiar el mundo
es jodido ¿verdad?
Tantos gilipollas por ahí sueltos
que no saben mirarte a los ojos
y ver que los tsunamis
no son nada comparados
con las lágrimas que escondes.
Puedes coger aire, respirar...
Y quien te juzgue por ser tú,
lo mandamos a la mierda.
Esto no es ningún poema,
quizá sí que es una especie de llanto.
Un llanto para que inundes la arena de mi cuerpo
con tu tsunami,
que estoy dispuesto a ser el que se ahoga
con tal de que salas a flote.
Que si, que no te voy a negar que tienes muy mala hostia
y no es justificarte
cuando digo que en tu espalda
llevas muchos más arañazos por dolor que por placer.
Sólo quiero que sepas
que tu herida te va a seguir doliendo,
que tu herida tardará en ser cicatriz.
Que a tu cicatriz le costará mucho cicatrizar.
Pero yo intentaré ser el agua salada de tu mar, que siempre te cure las heridas.
¿Te acuerdas cuando de pequeños soñábamos con crecer y me contabas tus planes de futuro?
¿Qué?
¿A que jamás te imaginabas esto?
¿A que jamás pensaste que estarás tan rota?
No, ni se te ocurra negarlo, a mí no.
Tienes el corazón tan roto
que no das vueltas en la cama
por miedo a clavarte cristales.
¿Has visto? No sólo el amor te puede joder...
En fin...
Mira, tengo un plan:
dame la mano, cierra los ojos
y vamos a pisar los cristales, hasta que nos sangren los pies.
Vamos a caernos y después nos levantaremos.
Vamos a hacer todo eso y más.
¿Sabes por qué?
Porque vamos a hacerlo juntos.