Los adolescentes son uno de los grupos más vulnerables ante el consumo de drogas ya sean legales, como el alcohol y tabaco, o ilegales como el cannabis o la cocaína. Hay una serie de factores que aumentan la probabilidad de que los jóvenes consuman drogas y que tienen que ver con la etapa de desarrollo en la que se encuentran, en plena formación de su identidad. La s ganas de experimentar cosas nuevas, la sensación de fortaleza que les lleva a desarrollar conductas de riesgo o la necesidad de sentir que forman parte del grupo son algunos de ellos.

Pero, más allá de la curiosidad, también hay otras motivaciones por las que los adolescentes consumen sustancias prohibidas para ellos y que están más relacionadas con el contexto social en el que viven. Por ejemplo, muchos jóvenes españoles reconocen fumar cannabis antes de entrar a clase para poder «afrontar su vida» y por las «escasas» perspectivas de futuro que les brinda la sociedad.

Son los resultados del Estudio sociológico cualitativo sobre consumo de alcohol y cannabis (hachís o marihuana) en jóvenes y adolescentes elaborado por la sociedad Socidrogalcohol y presentado el pasado 22 de enero en la sede del Plan Nacional sobre Drogas. Su objetivo principal era conocer por qué los jóvenes españoles consumen alcohol y cannabis, dónde y cuándo lo hacen, y cuál es la percepción que tienen sobre los riesgos que conlleva el consumo de estas sustancias.

Según el estudio, las edades de inicio en el consumo varían según la sustancia. Actualmente, la edad de inicio en el consumo de cannabis se sitúa entre los 16 y 17 años, si bien, y a diferencia del alcohol, los jóvenes fuman hachís o marihuana suelen pertenecer a grupos reducidos, de confianza y donde saben que son aceptados.

De hecho, el informe pone de manifiesto que los adolescentes que reconocen fumar porros lo hacen durante el día, a la entrada del instituto y en los recreos, acudiendo así a las clases con un estado de «intoxicación» producido por estas sustancias.

Su consumo, además, está normalizado y hace que aquellos que trafican con la sustancia no sean vistos como «traficantes» sino como «colegas». Los adolescentes suelen creer que el cannabis es natural y tiene un uso terapéutico, lo que podría explicar que lo vean como una forma de «anestesiarse» y «regular sus emociones».

Del mismo modo ocurre con el alcohol, sustancia que comienza a probarse entre los 13 y 14 años y que se utiliza como un «ritual de paso» para dejar de ser un «niño». La mayoría de los jóvenes consumen bebidas alcohólicas los fines de semana. «Los grupos de jóvenes se organizan para conseguir el alcohol y consumirlo en grupos y de noche. Es, por tanto, un consumo más relacionado con el ocio», señala el informe. Los motivos por los que lo hacen son para mejorar sus habilidades sociales o facilitar acciones que solo se permitan bajo los efectos del alcohol.

Si se analiza por género el consumo de alcohol y cannabis, los resultados del estudio advierten de que las parejas donde el chico es el consumidor hay mayores probabilidades de que la chica consuma, ya que ellas reconocen hacerlo para gustarles, mientras que ellos lo hacen ser «más valientes» o «más machotes».

Asimismo, el estudio señala que es llamativo que los jóvenes lleguen a ver más peligrosos el tabaco que el alcohol y el cannabis, por lo que los expertos que lo han elaborado consideran necesario que «la sociedad medite qué está pasando, si realmente se está abordando el problema y si se está haciendo lo suficiente».

El estudio se ha realizado en doce comunidades autónomas de España, incluida Aragón. De hecho, el informe pone de manifiesto que los jóvenes aragoneses son los más precoces en el consumo de alcohol, ya que la edad de inicio se sitúa de media en los 13,4 años.

Otra conclusión del estudio es que no todos los jóvenes consumen este tipo de sustancias aunque muchos tienen inquietudes. Entre los jóvenes encuestados se diferencias dos extremos: los que siguen las pautas de los padres, con miedo incluso a desfraudarles y un exceso de conformidad y aquellos que actúan con rebeldía a todo lo que se les exige en casa. Además, hay una parte de los jóvenes que no ven el futuro con pesimismo, consideran importantes los estudios y el trabajo aunque son conscientes de la sociedad competitiva en la que se encuentran.

Posibles soluciones

El estudio de Socidrogalcohol plantea posibles soluciones al problema del consumo de alcohol y cannabis de jóvenes y adolescentes. Por un lado, subraya la importancia de que las familias se impliquen más en educar sobre los riesgos que conlleva el consumo de cannabis y alcohol entre los jóvenes, más allá de si aprueban o no, ya que parece haber una alta tolerancia al consumo si no da problemas.

También, los expertos abogan por fomentar el trabajo en redes de los diferentes profesionales, incorporar en la educación asignaturas que atiendan a la persona de forma integral, formar a los profesores en aspectos emocionales y de habilidades para la vida, y aumentar la concienciación social sobre los peligros del consumo de alcohol y cannabis.

«Los jóvenes reclaman sentirse apoyados, por lo que es necesario que les ofrezcamos optimismo de cara a su futuro, ya que con la crisis ha habido un aumento de aquellos que quieren vivir el presente ya que les es duro pensar en su futuro», dijo la presidenta del Consejo General del Trabajo Social, Ana Lima, durante la presentación del estudio.

«Los problemas del consumo en los menores son el problema del mundo adulto, por lo que si no atendemos a lo que verbalizan los jóvenes seremos poco eficientes en la prevención», aseguró el delegado para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asis Babín.