El erizo pincha y hace daño, mucho, pero cuando le miras a la cara le perdonas y dices... esos ojos son preciosos, esa naricita alargada es preciosa, esa boquita tan bonita es preciosa, esas patitas hermosas.

¿Y las púas? Te lo diré yo: horrorosas, porque por su culpa llevo tiritas por toda la mano, intentaré no tocarte para no hacerme daño, porque eres peligroso, pero bonito. No me acercaré a ti para que no te vuelvas a defender con las púas, porque no te lo volveré a hacer.