—Desde que con siete años empezaste a tocar la viola da gamba, ¿cómo ha sido el camino hasta el día de hoy?

—Todo empezó gracias a mis padres, que fueron los que me apuntaron. Empecé en el conservatorio de música y me encantaban los deportes y todos los fines de semana me subía a entrenar en esquí de competición y también he estado toda mi vida enfocada hacia las ciencias en el mundo académico. Soy un poco indecisa y a la hora de decantarme me costó decidir entre música y ciencias así que me dije: «A por ello». He estado haciendo clases maestras, cursos de música para ampliar los conocimientos en verano o participando en olimpiadas de ciencias.

—También has vivido varias experiencias en el extranjero, al margen de la actual en Londres.

—He estado en Holanda, Italia, Austria o Alemania. Me centré en la música barroca, conocí a las chicas de Barokers en varios cursos y estamos cada verano haciendo un tour de conciertos por diversos países. Este verano estuvimos por Suiza.

—¿Qué es lo mejor de tu experiencia en Londres?

—Sin duda que estoy cumpliendo mi sueño, que es estudiar música y bioquímica a la vez. El conservatorio se llama Royal College of Music y donde estudio bioquímica, que ahora estoy en segundo, es el Imperial College of London. A priori parecía imposible, pero estoy aprendiendo y disfrutando muchísimo en dos instituciones que son geniales y que están reconocidas mundialmente. Además, he conocido a mucha gente, el 80% de los estudiantes de allí son internacionales y todos tienen inquietudes muy parecidas a las mías.

—¿Qué tiene la viola da gamba para que te enamorara desde pequeña?

—Es un instrumento tan único… Era el máximo representante del periodo barroco en Francia. No era muy popular porque estaba más relacionado con la corte, en el caso de Luis XIV. Hay muchísima música compuesta para este instrumento, pero al final del barroco hubo un dilema para elegir entre intensidad o calidad y los violagambistas decidieron no sacrificar el sonido y por eso se quedó un poco perdido. Ahora está renaciendo la música antigua y es un sonido increíble y muy puro que representa el barroco en estado puro.

—¿Y la música barroca?

—Escucho todo tipo de músicas y no me cierro a nada, pero mi favorita es la barroca. No te pone tantas limitaciones como el clasicismo tardío por ejemplo, porque el compositor te dice exactamente cómo es la obra. En el barroco tienes que leerte los libros que escribía el compositor, entender cómo pensaba y tú tienes que interpretarlo.

—¿Cómo es un día normal para ti?

—Es una locura (risas). Empiezan las clases a las 9 de la mañana de bioquímica hasta las 12 o la 1, después hay una hora para comer y prácticas de laboratorio otras dos o tres horas. Después tengo por la tarde las clases en el conservatorio, bien sean teóricas o prácticas. Al margen también hay que practicar y estudiar, que esa es otra. En verano siempre intento hacer algo de ciencias y de música. Participé en un curso en Brujas, en Bélgica, hice el tour de conciertos y me invitaron en la Universidad de Harvard para hacer mis experimentos allí.

—¿Tienes un referente?

—Leonardo da Vinci. Llegó al más alto nivel en un montón de disciplinas. Si él lo pudo hacer en tantos ámbitos, ¡cómo no voy a poder hacerlo yo en dos!

—¿Y un sueño?

—Poder trabajar en un futuro en un instituto de Neurociencia o algo parecido, porque es mi disciplina favorita de la bioquímica, y poder compaginarlo con mis giras musicales.