Había pasado dos meses desde que se llevaron a mi madre. Al principio todo era normal, aquí en el valle de Aragón.
Mi hermana gemela y yo íbamos al colegio, corríamos por los prados… hasta que llegaron ellos, los mismos que se llevaron a mi madre, y empezaron a llamarnos brujas.
Desde entonces mi abuela se hizo cargo de nosotras, pero estaba claro que algo nos ocultaba… y los días transcurrieron hasta hoy. Cuando despertamos, mi abuela nos esperaba en la puerta con una gran muchedumbre de niños y niñas.
Nuestra abuela nos dijo que debíamos huir y que ese grupo nos ayudaría a pasar la frontera.
Nos decidimos por seguirlos y anduvimos durante horas sin darnos cuenta de que un mal nos acechaba.