Las noticias falsas o fake news son un fenómeno en auge en todo el mundo. Aparecen en nuestras redes sociales o llegan a nuestros móviles a través de aplicaciones de mensajería instantánea y, aunque tienen apariencia de información, no son reales. ¿Habéis escuchado que Podemos prohibirá las procesiones para no ofender a los musulmanes, que Albert Rivera quiere recuperar la mili para los ninis o que el PP no quiere obreros en la universidad? Pues bien, estas son las tres noticias falsas más compartidas en redes sociales en nuestro país en el 2017.

El periodista y experto en comunicación digital, Viriato Monterde, explica que las noticias falsas no son algo nuevo, «son los bulos de toda la vida, solo que ahora con internet la capacidad de difusión y la forma en la que calan entre la gente es mucho mayor gracias a la viralidad de las redes sociales». Dentro de las noticias falsas también se incluyen fotos y videos que han sido manipulados para hacernos creer algo que en realidad no ha sucedido.

El concepto de fake news se puso de moda en 2017 hasta el punto de ser elegida palabra del año por el Diccionario Oxford de la Lengua inglesa. «Se hizo sobre todo muy popular durante las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos que ganó Donald Trump, en las que se detectó que las noticias falsas difundidas en Facebook sobre su contrincante, Hillary Clinton, habían tenido un peso importante en el voto de los estadounidenses», cuenta Monterde.

Estos hechos están siendo investigados e incluso se ha llamado a declarar en el juicio a Google y a Facebook para explicar qué noticias eran y cómo se han difundido. «Hasta ahora, estas empresas tecnológicas, que son los canales por los que se propagan las noticias falsas, no habían prestado mucha atención a este fenómeno pero ya han empezado a tomar medidas —cuenta el periodista zaragozano—. Google News ha incluido marcadores en sus algoritmos de búsqueda para penalizar las noticias falsas, y Facebook ha publicado un decálogo para que sus usuarios sepan cómo detectarlas».

Pero, ¿por qué existen las noticias falsas? En general, según Monterde, las noticias falsas responden a estrategias de desinformación en las que se trata de confundir a la gente, aunque pueden tener varios fines. Las más habituales son las noticias falsas cuyo objetivo es desprestigiar a adversarios políticos o ideológicos. Dentro de estas, estarían las de la campaña de Trump o las difundidas en España durante la crisis en Cataluña.

También hay noticias falsas que se difunden con fines económicos, para que la gente entre en una web y se acumulen visitas que permitan ganar más dinero con la publicidad. Este tipo de noticias tienen mucho gancho informativo, con titulares del estilo ¡No te vas a creer lo que ha sucedido!, ¡El punto 5 te sorprenderá! o ¡Ni te imaginas lo que ocurrió después! «Es lo que se conoce como clicbait o cibercebo, noticias con un falso titular que te dice una cosa y cuando accedes a la noticia, el contenido tiene muy poco que ver», indica el experto.

En tercer lugar, estarían las noticias falsas que se difunden simplemente por molestar o con otros objetivos como infundir miedo entre la población, como en el caso de supuestos ataques terroristas.

La forma en la que se propagan las noticias falsas es otra de las cosas que más llama la atención de este fenoméno. «En el caso de las elecciones en Estados Unidos, las noticias procedían de hackers de Rusia y Macedonia. Lo que habría que ver es quién hay detrás de estos jóvenes», cuestiona Monterde.

Para propagar una noticia falsa se utilizan perfiles falsos en redes sociales, que son robots programados para ejecutar acciones como publicar o retuitear. En algunos casos, estos perfiles están controlados por personas, lo que se conoce como perfil mixto, de manera que si alguien les delata, la persona interviene para dejar claro que hay alguien detrás. En otros casos las noticias falsas remiten a lo que da la impresión de ser una página web de información, «aunque cada vez se estilan más los comentarios en Twitter», apunta el periodista.

Además, cada vez cuesta más reconocer cuándo una noticia es falsa o real. Según Monterde, esto se debe a la cantidad de impactos comunicativos que recibimos a diario y al consumo de información exprés. «Hoy en día se consume la información de manera muy superficial, nos quedamos en el titular o en el primer párrafo y no le damos profundidad a la lectura para ver si la noticia es falsa o verdadera. No perdemos tiempo en cuestionar y reflexionar lo que leemos». Otro motivo que apunta el experto es que hay muchos lectores que no quieren saber si una noticia es falsa o no, «siempre y cuando encaje en su forma de pensar». Algo que está relacionado con otra palabra de moda, la posverdad o «actitud de resistencia emocional ante hechos y pruebas objetivas», según recoge el mencionado Diccionario Oxford. Por último, hay que sumar la propia «crisis de credibilidad que atraviesa el periodismo, al que alguna vez también le han colado alguna noticia falsa» por la inmediatez con la que trabajan los medios para competir con internet, dice Monterde.

En la difusión de noticias falsas, también los usuarios juegan un papel importante. Según un estudio del Centro de Medios de Noruega, el 55% de las personas encuestadas reconocía que al menos una vez por semana compartía información que sabía que era falsa o poco exacta. «Si además de la sobreinformación brutal que tenemos y que nuestro cerebro no es capaz de guardar, llenamos las redes de información poco fiable, la consecuencia social es terrible».

Para el expeto en comunicación digital, las noticias falsas son la fast food de la información. «Es como si comiéramos hamburguesas todos los días. Y lo peor es que cuando compartes una noticia falsa, los primeros que se la comen son tus amigos, tu familia y tus contactos personales, y eso tiene un efecto muy peligroso. En cierta medida, todos participamos de ello cuando no comprobamos algo que nos suena mal y, aún así, lo compartimos».