Un minuto, sólo pido eso.

Un minuto para poder pensar, para poder hablar.

Un minuto como antes, para

comprenderlo, para comprenderte.

Un minuto para saber el por qué,

para saber qué hice mal.

Un minuto sin que te pongas a hablar de lo demás.

Un minuto, sólo un mísero minuto,

lo único que te pido, y te pediré jamás.