¿Qué es la motivación? ¡Buena pregunta para el inicio de curso! Podría describirse comúnmente como la voluntad de lograr algo, que empuja a una persona a esforzarse para conseguirlo. En el ámbito de la psicología y la filosofía, l se basa en todas las cosas que hacen que una persona mantenga una serie de conductas firmes para conseguir sus objetivos o superar un reto.

La motivación está muy ligada, si no depende, de la actitud de la persona. Al contrario de lo que mucha gente cree, no deberíamos hacer responsable de la desmotivación, ni pensar que la actitud y la motivación dependen, de terceras personas o de la situación. Sin embargo, debo admitir que sí puede ser un factor influyente.

Cuando te propones conseguir o algo, o te enfrentas a una situación difícil de superar, la actitud que tomes es crucial.

Para determinar la actitud que debemos tener, es necesario pensar en cuál es la que nos va a proporcionar más satisfacción y felicidad, y cuál es la que nos va a ayudar a conseguir lo que nos proponemos.

Por ejemplo, si tu objetivo es sacar un 8 de media en una asignatura, y haces un examen y sacas un 6, lo normal es que tu actitud sea negativa, te sientas mal y te desmotives, pero esto solo empeoraría la situación. Lo que deberíamos hacer todos en una situación así es pensar cómo podemos mejorar eso, y con qué actitud lo haremos. Si tu actitud es de intentar mejorar, esforzarte más y de aprender de los errores, conseguirás mucho más y, con el tiempo, conseguirás tu objetivo.

Es cierto que tener personas que te apoyen y animen va a hacer que te sientas más motivado y capaz de hacerlo, pero la primera persona de quién tendría que depender es de ti mismo, si tu no crees que puedes hacerlo, no importará lo que te diga la gente, te será muy difícil conseguirlo. Esto va muy ligado con las quejas, y es que es más fácil quejarse de lo que no tenemos y no conseguimos, que alegrarse y sentirse agradecido por lo que tenemos y logramos. Para evitar esto es importantísimo que dejemos de compararnos con otras personas y comencemos a compararnos a nuestro antiguo yo, para ver el camino recorrido.

Como conclusión me gustaría usar la siguiente frase que todos deberíamos tener presentes: «No es tu aptitud, si no tu actitud, la que determina tu altitud».