El pensamiento del publicista

Actualmente lo que llevamos y lo que tenemos es nuestra carta de presentación. Esto, y la gran demanda de «objetos para presumir», genera en los países desarrollados un gran y variado mercado donde elegir. Para destacar en este mercado, las marcas se ven obligadas a hacer publicidad que nos haga creer que necesitamos sus productos.

Muchas veces las marcas llegan a llenar toda nuestra vida. Cuando vemos la misma chaqueta en los carteles de las calles, en las pausas publicitarias, en las series de televisión, etc., esta se filtra en nuestro subconsciente y ocupa una parte de nuestro cerebro. También, las marcas pueden contratar a personajes famosos (actores, deportistas, cantantes), haciéndonos creer que llevando cierta marca nos pareceremos más a ellos. De cualquier modo, la chaqueta ya se ha filtrado en nuestro cerebro y al verla en la tienda solo nos fijaremos en ella; nos puede afectar hasta el punto de hacernos infelices por el mero hecho de no tenerla.

Al final, pueden llegar a ser los publicistas los que controlan nuestra imagen, y con ello, una parte de nuestra personalidad. Y los problemas no se quedan en evitarnos ser nosotros mismos, pues también nos hacen infelices. Cada día salen unos pantalones más modernos, un material más resistente o una tela con más definición. El consumista intenta seguir la velocidad de la moda o de las tecnologías, pero no tiene suficienten fondos, por lo que acaba deprimido.

Estas razones me llevan a pensar que el consumismo no es un buen modo de vida. Nuestro objetivo debe ser siempre la felicidad, y si el consumismo no ayuda, debemos apartarlo. Cada uno tiene que tener su propio estilo. Eso no significa que no podamos llevar algo que esté de moda, si no que debemos conocer cuáles son nuestros propios gustos, y separarlos de los gustos de los publicistas. El mero hecho de que una camiseta tenga cierto logo, no la convierte en mejor, y no deberíamos pagar más por ella.

Santiago Salas, La Salle Montemolín

Alimentación y malas costrumbres

Cada vez vemos a niños más pequeños con barrigas más grandes, cuyos pesos equivalen a niños de cinco años o más. Estos niños han adquirido malas costumbres a la hora de alimentarse. No solo debemos de preocuparnos para mantener un buen físico, sino comer de forma sana para que en un futuro evitemos problemas de salud.

Creo que hay que acostumbrar a los niños a comer todo tipo de alimentos. Tienen que saber que la alimentación no es un juego, sino una de las cosas más importantes en nuestra vida. Pero para ello debemos empezar a educar les desde pequeños.

Sandra Gil Morales, La Salle Montemolín