CARA O CRUZ DE UNA GENERACIÓN

(Lydia López Sánchez, IES Francés de Aranda)

Somos la generación de la crisis fatal, la de los emoticonos del WhatsApp, con edificios vacíos y burbujas por explotar. Amamos rápido, olvidamos lento, y todo esto sin pensar; mientras somos abrigo de todo el mundo, sin tener a nadie a quien abrazar.

Somos los nietos de los hijos de Franco, segundas esposas de Aznar, y primos terceros por parte de padre de los que en las pateras vienen aquí a suspirar. Somos el proyecto en verso del deseo, de las amapolas de Afganistán, del petróleo de Irak, y del burger de USA.

Y dicen que el primer paso para superar un problema es reconocer el propio problema, así que, ahí va; somos unos desgraciados, entre otras cosas, claro.

Mas sí odio pensar en mi futuro, el cual está aún por labrar, «ve sacando tal nota, mirando tal carrera y pensando en el autocar». Aunque contradictoriamente, somos muy de tomarnos a pecho el refrán de «ojos que no ven, corazón que no siente», cuando nos mencionan cajas y tarjetas desdeñadas, y vemos cómo el paro despunta por decimoctava vez (por lo menos), por no mencionar la familia que se acaba de mudar a nuestra finca, aunque sabemos que no es tan nueva como creemos: los micromachismos. Pero entre trillones de problemas y trillones de afectados, preferimos ignorarlos.

Porque es lo que se nos ha inculcado, la vía fácil; ignorar el problema hasta que nuestra propia ignorancia sea el verdadero problema. Pero eso sí, qué desdicha la nuestra, y qué dichosa la fortuna, por habernos dado al menos una oportunidad.

Somos una generación perdida, con la obligación de encontrarnos a nosotros mismos, mientras jugamos entre polvo y ruinas, a ser niños mayores que luchan contra el azar.

Pero esta vez, sabemos dónde está el norte, y después de muchos intentos, ya no ha caído ni cara ni cruz; porque hemos decidido quitarnos la venda que nos tapaba los ojos, para darnos cuenta, de que nunca ha habido ninguna moneda.

SOBRE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

(Ana Gil, 1º ESO Colegio Romareda)

Para mí, la violencia de género además de horrible, es estúpida. No soporto ver cómo sufre la gente ni cuando se les hace daño adrede por delante, ni cuando se les hace daño por detrás.

Debemos de tomar conciencia de que la violencia de género es algo que nos afecta a toda la sociedad e implica a todos, también a los hombres.

Espero que esto cambie algún día porque tenemos las últimas tecnologías, todo a nuestro alrededor para una vida más cómoda y perfecta... y sin embargo, en pleno siglo XXI hay gente que no es capaz de comportarse de una forma «civilizada».