En el IES Avempace el deporte femenino cuenta con representantes de muy alto nivel, diez de las cuales se reunieron sobre el escenario del salón de actos para compartir su testimonio en la semana dedicada a la mujer. Sentadas en sus correspondientes comenzó un acto que todos esperábamos. En primer lugar, se les preguntó qué suponía el deporte en sus vidas. Todas coincidieron en que era una parte esencial y que, por eso, no les importaba dejarse la piel en ello. Admitieron, a su vez, que su vida social se había visto reducida y que compaginar deporte y estudios no era fácil. Aún así, Paula Hernández (4.º ESO), jugadora de tenis de alto rendimiento, afirmaba que las ganas lo podían todo y que, teniendo el apoyo del entorno familiar, nada puede frenarte.

A diferencia de sus respectivos padres y madres, otros familiares no apostaban por ellas. Así lo explicaba con mucha naturalidad Natalia Serrano (4.º ESO), medallista internacional, asegurando que su abuelo nunca había aceptado que hiciera taekwondo por el hecho de ser mujer. A raíz de esa respuesta, los comentarios se centraron en el tema de por qué el deporte se considera preferentemente como una práctica de hombres. Andrea Lorente (2.º ASCT), campeona de baloncesto, afirmó haber sufrido desventajas respecto a sus compañeros. Puso como ejemplo el haberse tenido que pagar la equipación y entrenar en instalaciones menos prestigiosas.

María Founaud, profesora de educación física de nuestro centro, añadió que también ella había sufrido discriminaciones y rechazos hasta llegar a ser entrenadora de la selección absoluta de balonmano femenino en los Juegos Olímpicos del Mediterráneo, y que tuvo que demostrar el doble para conseguir lo mismo que un hombre estando, supuestamente, en igualdad de condiciones.

También se les preguntó por los tabúes que afectan a todas las mujeres y más a las deportistas como por ejemplo, la menstruación: Patricia Hernández (1.º ASCT), jugadora olímpica de baloncesto en Barcelona ‘92, sorprendió al decir que cuando tenía el periodo su rendimiento era más alto; otras compañeras hicieron ver que, no solo las molestias o el dolor, sino el temporal aumento de volumen supone un verdadero problema para disciplinas como el judo o el taekwondo donde las categorías se dividen según el peso; en cualquier caso, todas las deportistas reconocieron que estas dificultades no eran en ningún caso una excusa ni un impedimento para trabajar bajo las exigencias del alto rendimiento.

Continuando con los interesantes testimonios se llegó al tema peliagudo de las lesiones. Irene Camus (2.º BTO), judoca internacional, nos explicó que para afrontarlas se requería de fuerza física, pero también mental. Asimismo, afirmó que las deportistas de alto rendimiento poseían un alto umbral del dolor, lo que les permitía seguir adelante e incluso competir con alguna lesión, algo que la taekwondista Ada Aranda (2.º ESO), 4.ª clasificada en el campeonato nacional, desaconsejó por completo ya que, desde su experiencia, el riesgo de empeorar la lesión era más bien alto. La canoísta Lucía López (4.º ESO), premiada como Deportista Promesa, explicó que las contracturas, frecuentes en su deporte, debían irse curando en el momento en el que aparecían para evitar que se agravaran.

Avanzada ya la gala, se les preguntó con qué momento se quedarían de su trayectoria deportiva. Verónica Pérez (4.º ESO), bailarina de Hip-Hop Old School en campeonatos nacionales, no dudó en rememorar el día en que su ídolo profesional le dijo, al acabar una clase magistral, que ella valía para bailar y que continuara con su sueño. Según declaró, para ella el hip-hop es su forma más profunda de expresarse.

Después de este testimonio, sin duda conmovedor, Lucía Bolea (4.º ESO), remera de competición internacional, destacó como mejores momentos los viajes que había hecho con los miembros de su club que, según contaba, se habían convertido ya en su ‘otra’ familia.

Dicho lo cual, de nuevo la judoca Irene Camus volvió a intervenir con una frase que quedó revoloteando en nuestras cabezas: «Un logro no es solo un torneo o una olimpiada ganados. Un logro es también superarse, recuperarse de una baja por lesión y alcanzar una meta, por pequeña que sea».

Nuestras deportistas consideran el deporte como otra forma de instrucción y aseguraron que, viviéndolo, brota el respeto hacia los compañeros y hacia las demás disciplinas, así como muchos de los valores que nos han de formar como personas. Ya finalizando el acto, el público tomó la palabra. Para sorpresa de muchos, todas las preguntas fueron en relación a las desigualdades incuestionables entre hombres y mujeres en el mundo deportivo. ¿Por qué el «deporte» a secas, por lo general, se presupone masculino? ¿Por qué las noticias de deporte femenino son anecdóticas, o suelen acompañarse de comentarios sobre el aspecto físico de las jugadoras?

Este golpe de realidad nos ayudó a ver con claridad que ellas también son capaces, que ellas también suman, que ellas también merecen ser noticia, portada y revista entera, que ellas valen lo mismo; basta ya de negarlo.