Esos segundos

antes de que el móvil cambie de canción,

con el último gemido de una guitarra acústica que se va confundiendo

entre las notas amargas del silencio,

son los mejores para romper la salida

de emergencia

del cristal de ventanilla,

en un autobús cualquiera.

Digamos que es un juego.

Y ya sabes…

A mí,

me gusta jugar,

así que juguemos…

Juguemos a la Ruleta Rusa:

Tú, me disparas palabras en la sien.

Yo, digo cuál duele más.

No me gusta apostar con trileros

si me engañan tus ganas de mentir.

No soy de apostar a las cartas,

aunque me uses como tu ‘as’…

Hacen huelga las navajas

porque no sabes apuntar…

tus puñaladas están de rebaja

y los dardos no los tiras sin mirar.

Ya no me tatúo una diana

para que practiques conmigo.

Ahora rompo las ventanas

para huir de ti.