Patatas fritas con menos sal y grasas, y galletas con menos azúcar. Y lo mismo en bollos industriales y algunos alimentos que tienen más azúcar del que nos pensamos: cereales para el desayuno, leche, zumos de fruta, platos precocinados o panes de molde. Estas son algunas de las cosas que nos encontraremos en las estanterías de los supermercados cuando hagamos la compra dentro de dos años.

El Ministerio de Sanidad y 500 empresas del sector alimentario han acordado reducir para el 2020 un 10% el contenido de sal, azúcar y grasas saturadas en más de 3.500 alimentos, muchos de ellos básicos en la cesta de la compra. Esta medida forma parte del Plan de Colaboración para la Mejora de la Composición de los Alimentos y Bebidas que, en palabras de la ministra Dolors Monserrat, tiene por objetivo «favorecer la salud de los españoles y prevenir enfermedades crónicas» asociadas al consumo de estos ingredientes, como la diabetes, el cáncer o las enfermedades del corazón, así como la obesidad, que aunque se ha conseguido reducir continúa siendo uno de de los principales problemas de salud pública.

El consumo diario de sal en nuestro país se sitúa en los 9,8 gramos por persona, por los 5 gramos que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), y aunque la ingesta de azúcares añadidos se acerca a los límites establecidos por este organismo (10%), los datos indican que el 53,9% de los niños y adolescentes lo superan.

El sector sigue así la estela del boom de los alimentos saludables que no curan pero sí ayudan a prevenir enfermedades, y del interés de los consumidores por todos aquellos productos que tienen menos azúcares, sal y grasas saturadas. El plan cuenta con 180 medidas y lo han firmado más de 500 empresas y 20 asociaciones, lo que significa que el cuento no solo se lo aplicarán los fabricantes. También lo harán los supermercados y restaurantes, algunas empresas de catering y los comedores de hospitales y colegios. En las máquinas de vending también encontraremos aperitivos más sanos.

La preocupación por la gran cantidad de azúcar, grasas y sal en los alimentos no es algo nuevo. Cataluña fue la primera comunidad en imponer una tasa a las bebidas azucaradas; ahora, es el Gobierno y el propio sector alimentario quienes se plantean su reducción a gran escala. No obstante, no faltan voces que consideran esta medida poco eficaz o, incluso, «un lavado de cara» de la industria alimentaria.

Es el caso de la nutricionista y dietista María Caballero, quien advierte de que los alimentos con sal, grasas y azúcares añadidos «no son saludables y no lo van a ser nunca». Es más, la medida planteada por el gobierno y el sector puede tener un «efecto rebote», es decir, conseguir precisamente lo contrario de los que pretende: «Como ahora tienen menos grasas y son más sanos, los podemos consumir más».

«Hasta ahora teníamos la baza de estos productos tienen muchísimas grasas y muchísimos azúcares y, con la creciente preocupación por la salud, los padres eran más reacios a ofrecer este tipo de alimentos», explica la dietista, que apunta a que «ahora van a tener la excusa de que son con menos azúcares y menos grasas para poder seguir utilizándolos como merienda, cuando ese no es el objetivo», dice Caballero, quien aventura que «no va a reducir el consumo de estos productos, al revés, puede que haya un incremento, y no va a mejorar en nada la salud de los consumidores».

En opinión de la nutricionista, «lo que habría que hacer es fomentar el consumo de productos naturales, como frutas, verduras o frutos secos, y no de alimentos que llevan azúcares y grasas añadidas que no aportan nada a la dieta y que fomentan que exista hoy en día un 30% de población infantil con obesidad en España».

Como alternativa a la reducción de estos ingredientes, Caballero propone otras medidas que los colegios de nutricionistas llevan tiempo planteando, como que la publicidad de productos repletos de grasas y azúcares no vaya dirigida a los más jóvenes. «No podemos decirles a los niños que si no te comes un bollycao o un donete no eres el más guay de la clase», insiste.

Educación y regulación de la publicidad son el primer paso conseguir una alimentación más saludable, según Caballero, que compara el precio de un bollo industrial, que puede salir por unos 50 céntimos, con el de cuatro manzanas, que puede rondar los 4 euros. «No deja de ser una foto de la sociedad, pero no todo tiene que ser el precio. Si estamos convencidos de que la manzana es una alternativa a la merienda y es una buena merienda, la elegiremos antes que unos donuts. El problema es que la publicidad nos convence de que el donut es una buena merienda, cuando eso no es verdad».

María Caballero colabora con la Plataforma por unos Comedores Escolares Públicos de Calidad, que agrupa a asociaciones de padres y madres preocupados porque sus hijos reciban una alimentación saludable en los centros educativos. La dietista se muestra cauta sobre cómo afectará la medida a las empresas que sirven comida a los colegios vía catering o vending, las máquinas expendedoras que hay en los pasillos. «Es algo que debe decidir la administración, que de momento ha dicho que va a hacer esto pero no ha dicho cómo lo va a hacer. No sabemos qué porcentaje de manzanas con respecto a galletas azucaradas tiene que haber en cada instituto», expone.

De hecho, según la experta, las galletas azucaradas ya están prohibidas en los centros educativos por Real Decreto. «No obstante, en esa misma ley se rectifica y al final se deja en manos de los centros la decisión de implantar o no dicha medida». Lo mismo sucede en el caso de los comedores escolares, para los que hay una ley estatal pero son las comunidades autónomas quienes tienen la última palabra. «La guía de comedores escolares de Aragón recomienda una serie de raciones semanales de pescado, legumbres, verduras... pero no hay que recomendarlo, hay que cumplirlo», espeta la nutricionista. En el caso de la reducción de sal, azúcar y grasas, «no sabemos si va a regular la cantidad exacta de sal que se añade a las comidas ni si a las judías verdes con patatas se les va a añadir aceite de oliva virgen extra o se van aceptar otro tipo de grasas», prosigue.

A la pregunta de qué consejos daría a los más jóvenes para mantener una alimentación saludable y equilibrada, la nutricionista recomienda huir de todo lo que tenga etiqueta y de todo lo que la publicidad te diga que tienes que consumir. «¿A qué no hay ningún anuncio que te mande al recreo con una manzana y un puñado de almendras? Pues eso es lo que tienes que comer», asegura.