Más allá de las alertas de seguridad por su diseño multiplataforma, la preocupación más extendida entre las familias es que los jóvenes no pasen tanto tiempo jugando a Fornite. Este 2018 la Organización Mundial de la Salud reconocía en su listado de enfermedades mentales la adicción a los videojuegos, lo que ha puesto en el punto de mira a muchas de las aventuras que causan furor entre la gente joven.

Puede que Fornite se quede en una simple moda pasajera, como ya sucedió hace unos años con Pokémon Go (aunque todavía hay gente que sigue enganchada a este juego), o puede que no.

Gabriel Pérez, director de ConMásFuturo, cree que jugar a Fornite no es malo, siempre que se haga «un uso adecuado y no un abuso». Para este experto, la tecnología digital no se debe ver como el enemigo, sino aprovechar las ventajas que ofrece. «Al final la tecnología motiva a los jóvenes. Todas estas aplicaciones tienen un componente pedagógico y hay que saber explotarlo», sostiene.