Como odio
el sabor amargo
que nace en mi boca
cuando no te muerdo los labios.
Que te hagas la loca
y que tu sangre,
dormida en las venas,
se aburra
en una triste
sala de espera.
Odio oír tus ‘te quiero’
mientras que,
por la ventana,
se vuelan los besos.
Me canso de vivir odiando
y ya empiezo a odiar mi vida sin ti.