El caso de Manchester frente al mar es paradójico; los rasgos que hacen de ella una obra extraordinaria son los mismos que probablemente la hayan dejado sin opciones reales de ser elegida mejor película. Nos explicamos: habla de la pérdida, el dolor y el luto, y para hacerlo no solo no cae en alardes sensibleros sino que además se sirve de un protagonista incapaz de articular sus sentimientos. Es decir, carece del tipo de atajos emocionales que a lo largo de su historia la Academia de Hollywood ha demostrado valorar tan positivamente.

Además, que durante la gala de los Globos de Oro Jimmy Fallon la definiera como «la única cosa más deprimente que el 2016» probablemente resuma la opinión de buena parte de los votantes, muchos de los cuales quizá prefieran ir al cine a ver gente bailando que a llorar. Por todo ello, las posibilidades de Manchester frente al mar parecen estar centradas en otra categoría: es casi seguro que Casey Affleck será elegido de mejor actor. O al menos así era hasta que unas acusaciones de acoso sexual lanzadas contra él en el pasado fueron rescatadas de la basura. ¿Quizá la del representante de Ryan Gosling?