El campamento de músicos juveniles en Alcalá de la Selva (Teruel) cumple en esta edición 25 años formando a la cantera de las bandas de música de toda la provincia. Ayer, el campamento cerró sus puertas con un concierto conmemorativo de estos 25 años en el auditorio de la Iglesia de Santa María de Albarracín.

Antonio Civera participó en la primera edición de este campamento de jóvenes músicos cuando tenía 18 años y prácticamente no ha fallado en estos años, aunque en los últimos acude cada mes de agosto como coordinador de esta semana musical.

"Muchos chavales vienen por primera vez de críos a tocar, y luego vuelven como monitores o como profesores", explica, rodeado de jóvenes en la Colonia Polster de Alcalá de la Selva, en plena Sierra de Gúdar. Allí no sufren los rigores del calor de agosto y el amplio arbolado sirve para delimitar unas aulas sin paredes en las que se distribuyen los ensayos por grupos de instrumentos.

MÁS QUE MÚSICA En estos ensayos atienden a los profesores que un día fueron alumnos en ese mismo lugar, y también se animan con improvisaciones y creaciones propias.

Permanecen durante una semana en este campamento, compartiendo con otros músicos, de entre 12 y 17 años, su pasión por el instrumento, pero también confidencias y amistades que, como cuenta Ana Martín, permanecen luego durante años.

Ella acudió por primera vez desde Utrillas para tocar la flauta durante el campamento y ahora vuelve como monitora de tiempo libre: "He hecho muchos amigos aquí y seguimos manteniendo el contacto", explica, así que siempre que pueda volverá.

Raquel Rubio es la coordinadora de tiempo libre, en este campamento y también en la campaña de esquí que trae a un millar de alumnos a estas mismas instalaciones durante los meses de enero y febrero para practicar el esquí en la cercana estación de Valdelinares. "El tiempo libre no son solo juegos, sino que es educación no formal, en la que se enseñan valores como la amistad o a hacer cosas que normalmente los chicos no hacen en casa", destaca.

La música, la amistad y el lugar siguen siendo una buena combinación para atraer a los alumnos, unos 80 cada año de prácticamente todas las bandas de la provincia, más de una veintena. Lo hacen por algo más de cien euros gracias al apoyo de la Diputación Provincial, y siempre hay lista de espera. Hay quien ha pasado por todos los puestos posibles como Javier Rodríguez: músico juvenil, monitor de tiempo libre y ahora profesor. "¿Elegir uno? No puedo, he disfrutado de cada momento, según la edad", contesta al preguntarle, pero con algo más de insistencia, se queda con la parcela a la que ahora se dedica, la docencia.

"Me gusta mucho enseñar", y también anuncia un deseo que aquí comparte con otros: "me gustaría también vivir de la música".