Hace tiempo que Miguel Ríos prometió dejar no solo de cantar «a los hijos del rock and roll», sino también a los nietos, pero en el camino se presentan «caramelos» a los que «uno no puedo decir no», como interpretar en La Alhambra y en clave sinfónica un repertorio que ha moldeado la música española.

«A mí el rock no me debe nada, se lo debo yo todo», asegura modesto en una charla con Efe, una afirmación que dejó escrita en forma de canción, «Todo se lo debo al rock and roll», aunque no es una de las incluidas en su último proyecto, Symphonic Ríos (Universal), que se publica mañana con otros temas emblemáticos como Bienvenidos, No estás sola, El río o Todo a pulmón.

«Me dicen eso de que me retiro más que Antoñete», bromea Ríos (Granada, 1944), que en mitad del tour El gusto es nuestro (con el que ya había roto su promesa de 2010 de retirarse) recibió otro «caramelo», una actuación conjunta los 50 músicos de la Orquesta Ciudad de Granada bajo la batuta de su director honorífico, Josep Pons.

La cita, además, tuvo lugar en el Palacio Carlos V de la Alhambra, un espacio que hasta entonces nunca había pisado un músico de rock. «Es una pasada de escenario, nunca hubiese pensado que podría actuar allí», rememora.

El resultado quedó tan bien que le ofrecieron editarlo y, a continuación, realizar «unos cuantos bolos, 15 o 20 conciertos como mucho», con un mes de espacio entre algunos de ellos, y empezando el 21 de junio en el Liceo de Barcelona. Le seguirán, ya confirmadas, otra actuación en el Starlite de Marbella el 23 de agosto, el 1 de septiembre en Murcia, el 5 de octubre en Salamanca, el 20 de octubre en Valladolid y el 1 de diciembre en Bilbao. En una fecha aún por anunciar, pasará antes por el madrileño Universal Music Festival, donde recalará en el Teatro Real, espacio en el que ayer presentó este proyecto a los medios. De momento, Zaragoza todavía no está en la lista de lo que puede ser la última gira de Miguel Ríos.