Cuando uno se abona al difícil universo de los relatos cortos solo hay que seguir una norma. Ser breve. No es poco, pero, a la vez, es mucho. Tanto que en la simpleza de esa definición pueden caber desde historias del más allá hasta la cotidianeidad de un retrato rutinario que sorprende con un final tan poco extraordinario como la vida no es vida sino te la cuentan desde el otro lado. Juan Luis Saldaña ha recopilado varios relatos de diez autores, hasta ahora inéditos, con la intención de lanzar (o no ) su carrera literaria. Y lo ha hecho en La sombra del bonsái (que es el quinto volumen de la colección Voces de Margot en la editorial Comuniter), haciendo alusión a "la poca sombra, pero elegante" que da esta especie.

'FABULISTAS' Y el resultado es una recopilación, con resultado desigual, pero en la que destaca, por encima de cualquier otra consideración, la frescura del que solo pretende plasmar en un breve espacio lo más fabuloso (entiéndase como derivado de fábula) que pasa por su cabeza. Así, Patricia Shelly, Marcos Arjona Herráiz, David Yáñez, Javier López Clemente, Javier Plo Grijalba, Ramón Aznar Sangüesa, Fernando Sanz, Pablo Díaz, Diego Garulo y Manuel Sanz, plasman a lo largo de las 116 páginas del libro como el suelo se abre como la plasmación del deseo de una desaparición o como los relojes de una estación marcan siempre la hora a ninguna parte que provoca que un trabajador de a pie pierda todos los días su transporte con la oculta esperanza (no confesa en las letras del relato) de conquistar a la chica del quiosco que le encadila con su sonrisa matinal.

No merece la pena atribuir estos cuentos a uno u otro autor porque la importancia de La sombra del bonsái reside en el alumbramiento más que de escritores ("universales, más allá de si son aragoneses o no", insiste Juan Luis Saldaña en el prólogo), en historias imposibles que dormitaban en el cajón de cualquiera de sus autores. Es desde esa visión amplia y reparadora de la literatura más universal desde la que se puede valorar en su justa medida la desaparición de todos los relaciones públicas neoyorquinas de una convención casi secreta o incluso la dureza de las olas de Cambrils.