-Sueños y pan es su último trabajo, ¿hablamos de volar con los pies en la tierra?

-Tiene mucho que ver con ese equilibrio entre la profesión y el ideal de ser músico. A estas alturas, con 14 discos y 40 años recién cumplidos, hay algo de entender que esta es mi profesión desde hace 20 años, que lo será hasta el final y que a veces tienes que lidiar con esa realidad y con lo que es realmente la música. Con 15 años, no me imaginaba que esto fuera tan parecido a cualquier trabajo, son profesiones que se tienden a idealizar.

-¿Un músico puede separarse de sí mismo para componer?

-Yo creo que no, puedes jugar, intentar despistar, usar la metáfora como aliada para intentar escabullirte pero en el fondo casi es imposible no hablar de uno mismo. Aunque hables de otro estás hablando de lo que tú proyectas en él. Cuando tú eliges hablar de algo ya estás en el subjetivo y dejas tu impronta.

-De hecho, sus letras sitúan el plano en un mundo onírico pero que acaba apelando directamente a las emociones.

-Escribo como necesidad para conectarme o para conectar con otras personas en el mundo de lo emocional. En el día a día se habla poco de lo que uno siente, de lo que siente el otro y creo que las artes, en mi caso la música, son una válvula de escape para sentirte menos solo.

-El mundo de la música parece haberse quitado las caretas y ya no da miedo hablar de amor.

-El amor se puede enfocar de muchas formas. Creo que todos hablamos de amor aunque hablemos de política. Solidaridad, igualdad... son términos que tienen que ver con el amor. Aunque no sea explícito y necesariamente de pareja invade toda nuestra vida.

-En Sueños y pan, ha vuelto a dar un salto en el sonido, ¿se considera atrevido?

-Cuando digo esto a veces pienso qué pensará un tipo que está experimentando a lo bestia. Mi canción no deja de ser una canción pop. Lo que sí intento es probar ritmos nuevos, meter todas esas ideas y músicas que tengo en la cabeza para hacer una mezcla armónica. Mezclo muchas cosas y no siempre salgo del todo airoso pero veo que la gente viene a los conciertos y escucha los discos. Por eso, quizá me atrevo cada vez un poco más.

-Usted siempre ha estado en la trinchera de la música independiente pero ha cambiado todo tanto...

-Es muy difícil hablar de esos términos ya. Era más fácil en los 90 cuando empecé porque estaba todo más definido y segmentado pero por suerte ahora está todo más diluido. Creo que es una buena señal que las fronteras no estén tan marcadas. Pero sí, yo siempre me moví en esa libertad de fronteras porque, a veces, las palabras pueden ser una cárcel.

-El debate de la identidad está muy presente en la actualidad.

-Estamos en un momento bastante convulso pero me parece bueno que se replanteen las cosas. Yo mismo estoy en constante movimiento y me replanteo mi propia identidad casi a diario. Soy gallego pero me vine a Madrid con 20 años, viví en América Latina casi cinco años y tengo una identidad cada vez más compleja. Siempre he sido muy abierto, no demasiado obtuso con las nacionalidades, tengo una mente abierta y no encorsetada.

-¿Qué supuso para Xoel López Todo lo que merezcas?

-Creo que es algo que todo el mundo debe hacer, a veces hay que cagarse en la puta y yo lo hice en formato canción que me parece la mejor manera de exorcizar los demonios pero me sorprende la cantidad de éxito que tuvo. Los sentimientos hay que respetarlos. Hoy hay una corriente de que a la gente le gustaría no haber sentido cosas nunca pero la realidad es que a veces sentimos cosas así y no pasa nada porque las expresemos.

-¿Cómo va a ser el concierto?

-Incorporaré el disco a mi repertorio ya que hay que entender que Xoel López es todo lo que viene detrás, sonará hasta alguna canción de Deluxe.