Si nuestro controvertido manifiesto en contra de los recortes en cultura con toda intención se cerraba con una cita del poeta Gabriel Celaya, este escrito se abre con las palabras del alemán Peter Hanke, que de una manera casi existencial se preguntaba "¿Acaso los pocos son poco?". Es una bella forma de invitar a que se reflexione sobre los pequeños grupos de gente que en algunas ocasiones cambian grandes cosas.

Muchas veces, al ser humano se le juzga injustamente por falta de información y desconocimiento, o porque, de forma interesada y partidista, se modifica y tergiversa la verdad para crear una opinión negativa sobre él, así se evita el diálogo y se aplasta al interlocutor destrozando su reputación. Esto lo explica perfectamente Shakespeare en su obra Otello: "Quien me roba la reputación se lleva lo que no le enriquece pero a mí me deja pobre y sin nada".

Y eso es lo que nos hacen al colectivo de artistas identificado en la pasada concentración del 12 de noviembre en la escalinata del Paraninfo, con más astucia que bondad, en un artículo de opinión escrito por la actual directora del Instituto de Libros y Bibliotecas del Gobierno de Aragón, Pilar Navarrete, y publicado en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN el 14 de noviembre. Opinión sobre los artistas aragoneses que ya debía ser desastrosa mucho antes de ejercer su función de directora general de Cultura, o eso invita a pensar con algunas de sus afirmaciones demoledoras.

Su desprecio es manifiesto, además de insultante, cuando sin ningún pudor afirma que no ha habido movimiento ciudadano desde los años 70 capaz de hacer propuestas culturales serias. Este pensamiento causa en nosotros estupor, espanto y vergüenza por muchos motivos. El primero, porque es falso que no haya propuestas por parte de los creadores aragoneses, si no fuera así seríamos el único pueblo del mundo sin hacerlo, y podríamos, si así se solicita, documentar las ocasiones.

Pero más espanto produce que la persona que ostentó el cargo de directora general de Cultura se queje de que no llegan propuestas de los ciudadanos. Precisamente la persona que ha cobrado y sigue cobrando dinero del contribuyente para pensarlas, diseñarlas y ejecutarlas. ¿Cómo es posible que la responsable de que pase algo se queje de que no pasa? ¿Un cargo institucional puede acusar a los ciudadanos de su propia ineficacia?

ES INACEPTABLE que un agente público de la cultura sierre la rama sobre la que se sienta ironizando sobre la calidad profesional o personal de ciudadanos y que los califique de cobardes en sus proyectos. ¿Cuándo se ha visto mayor atrevimiento desde un cargo público? ¿Es este el nivel de vocación de servicio público al que hemos llegado en Aragón después de más de 30 años de democracia?

Estamos siendo testigos y víctimas de la vulneración de nuestro respeto, dignidad, profesionalidad e integridad como ciudadanos aragoneses. Es verdad que quizá no hemos conseguido o podido en los últimos años hacer llegar a la sociedad la verdadera trascendencia que tenemos en el mundo como creadores aragoneses, y por lo tanto como embajadores reales de nuestra cultura. Pero no es menos cierto que son también responsables de ello esos cargos que, incumpliendo con sus responsabilidades, y con sus opiniones desleales, generan corrientes de opinión negativa con la más barata de las demagogias en tiempos de crisis, haciéndonos como siempre merecedores de ese tópico, pero no por ello menos cierto de que... en Aragón si sacas la cabeza, te la cortan.

Sra. Navarrete, usted insiste en el pasado, no nosotros; si no se esforzara en desconocer la realidad de las empresas culturales aragonesas en la actualidad no las despreciaría tanto. No la vemos nunca en nuestras citas con el público, pero es normal a tenor de la opinión que tenía, tiene, y a buen seguro tendrá de nosotros.

Buena cantidad de los proyectos, de los que nosotros no nos beneficiamos, sino que lo hace la población y que han servido para vertebrar y estructurar las actividades culturales y artísticas en el territorio aragonés, se han elaborado junto con las ideas de los creadores. Ahí están las actas de las reuniones con directores generales de cultura, consejeros, técnicos, medios de comunicación y una comparecencia en Cortes de Aragón, ya por el año 2001, para corroborarlo, pero claro usted lo seguirá negando.

Usted lamenta en su artículo que la gente que ronda los 40-45 años no den el relevo generacional, lamentamos que usted piense que a esa edad hay que retirarse. Es más dejamos a la imaginación del lector un montón de nombres de artistas que lo que hacen con esta edad es estar en su mejor momento, pero se ve que a usted también le molesta, salvo que sean de otras comunidades autónomas como ya ha demostrado en otras ocasiones.

Ahora hablaremos de un tema que nos desconcierta, y es que nos acuse de no acudir a usted para darle ideas, (cosa que, insistimos, es falsa) y que, por el contrario, agradezca a los jóvenes que no lo hagan. Es evidente que pretende dos cuestiones, una seguir desacreditándonos y otra enfrentarnos con nuestros compañeros mas jóvenes tratando a su vez de lograr adeptos a su causa.

Hay que sentirse muy lejos de los creadores y artistas para que un gestor cultural, con un sueldo público, invite al que no gana suficiente dinero con su arte a dedicarse a otra cosa. Nos permitirán que ni siquiera lo califiquemos.

Llegamos a uno de los puntos más erráticos y demagógicos de todo el artículo. ¿Cómo se puede intentar confundir a la opinión pública con palabras como "industria cultural" cuando estamos hablando de política cultural? Pero aún así entraremos al trapo. Cualitativamente y cuantitativamente superamos en mucho las cifras de hace 25 años (que usted no maneje información sobre cosas no quiere decir que no ocurran). Cuando quiera le pasamos las cifras tanto de trabajadores, actividades en los cinco continentes, facturación del sector, riqueza creada en Aragón, puestos directos e indirectos, premios nacionales e internacionales de artistas y empresas aragonesas, y sobre todo la insignificante cifra real de las mal llamadas subvenciones que reciben los profesionales del sector dentro de la totalidad del gasto de cultura. Díganlo de una vez y dejen de levantar las iras de nuestros conciudadanos.

Esto es solo una breve reflexión sobre el artículo de opinión de uno de nuestros más importantes gestores culturales del Gobierno de Aragón. Les garantizamos que todo lo que aquí exponemos se puede demostrar y documentar, estamos dispuestos a llegar hasta el final en la recuperación de nuestra reputación que jamás debió ser cuestionada de la manera que se ha hecho, y mucho menos desde donde se ha hecho.

QUEDA PENDIENTE el tema de las excelencias de Cataluña, que usted destaca por encima de las de Aragón, pretendiendo justificar así determinados proyectos que fueron en su día cuestionados por los artistas "de todas las edades". Nos preguntamos qué pasaría con Aragón si en cada consejería hubiese un técnico que, como usted, creyese que las otras comunidades son mejores.

Alguien tendría que reflexionar profundamente sobre lo grave que es todo esto, si los que tutelan, los que son elegidos capitanes para llevar el timón permiten que todo valga para aplastar una opinión. En algún momento, algo profundamente esencial y justo ha dejado de funcionar, no hay reglas, los que tendrían que abanderarlas las abandonan, los que se esforzaban por comprender la disidencia huyen perezosos, y alienados alimentan una ira irreflexiva defendida con argumentos demagógicos insultantes e hirientes. Y como decía el maestro de la traición, Yago: "Hay quien gana sin mérito, y quien pierde sin merecerlo".