En la dictadura franquista, el cine español sobrevivió en diversas direcciones. Con el cine de autor metafórico representado, sobre todo, por Carlos Saura; con las películas del denominado nuevo cine español, dramas mesetarios y concentrados como Nueve cartas a Berta y La tía Tula, y con el cine de género con voluntad internacional, que no es lo mismo que un cine que imitaba el modelo de las películas de acción de Hollywood. Ese cine se caracterizó por tramas más livianas de suspense y acción y repartos liderados por actores europeos o estadounidenses. Y quien mejor representó esta tendencia fue Antonio Isasi-Isasmendi (Madrid, 1927), que fallecido ayer en Ibiza con 90 años.

No es anecdótico que el cine de Isasi gustara por ejemplo a Orson Welles. Este, paradigma del autor maldito en aquellos años 50 y 60 en los que Isasi forjó su estilo, también decía que no era «políticamente correcto» decir eso. En esta valoración del director de Ciudadano Kane se resume a la perfección la mala prensa, en determinados círculos, que tenían realizadores como Isasi. Solo cuando la política dejó de ser lo más importante y comenzó a valorarse el oficio de cineasta sobre otras consideraciones más peregrinas, el firmante de El perro obtuvo el respeto que merecía.

UN GOYA DE HONOR EN EL 2000 / El reconocimiento total le llegó tarde, en todo caso. No fue hasta el año 2000 que se le otorgó el Goya de Honor por toda su obra. Una obra no muy extensa -14 largometrajes entre 1954 y 1988-, pero más variada de lo que podría parecer. Isasi debutó con una característica película de cine policiaco, Relato policiaco (1954), cinta imbuida de los aires del film noir de estilo realista que se había practicado en Hollywood, en el que un veterano inspector relata diversos casos a los alumnos de la escuela de policía. No fue un debut original, por debajo de títulos emblemáticos del noir hispano como Apartado de correos 1001 o Brigada criminal. Pero ahí estaba su oficio en la creación de ambientes, personajes más o menos turbios, una verdadera estética del artesanado. Los aires de cine internacional, y de nada sesgada vocación anticomunista, aparecieron en su siguiente trabajo, Rapsodia de sangre (1957), en el que el pianista interpretado por Vicente Parra se niega a dar un concierto tras la invasión soviética en Hungría.

Isasi estaba cómodo con los géneros populares, no hay duda de ello. Diego Corrientes (1959) se adscribe a la variante del relato de bandoleros; Sentencia contra una mujer (1960) es un eurowéstern; La mentira tiene cabellos rojos (1961) mezcla drama, ilusionismo y ruptura sentimental; Tierra de todos (1962) es una historia bélica que apela a la reconciliación entre republicanos y franquistas. Siguió en la misma línea, pero con más medios y clara vocación y reparto internacional, con Estambul 65 (1965), Las Vegas, 500 millones (1968) y Un verano para matar (1972).

Isasi dio después un vuelco con el documental Rafael en Raphael (1975) y con la que posiblemente sea su mejor película, El perro (1976), centrada en la abstracta persecución de un preso político huido del penal por parte de un perro, para despedirse del cine una década después con El aire de un crimen (1988).