Probablemente Youssou N’Dour sea hoy la única estrella de lo que fue la explosión de la música africana de mediados los años 80 que puede congregar en un concierto a varios miles de espectadores. Lo demostró el viernes en Pirineos Sur, festival al que acudió tras 14 años de ausencia. Otra cosa es, y lamento disentir con la mayoría de los espectadores, que su actuación fuese, como se esperaba, antológica. N’Dour registró el año pasado Africa Rekk, su último disco hasta la fecha, en el que ofrece una excelente conjunción de panafricanismo, de vuelta a las raíces y de mirada al futuro. Pues bien, poco de eso hubo el viernes en Lanuza.

Abundante percusión

Youssou, con una banda numerosa con abundante percusión, no reflejó el espíritu de Africa Rekk y optó por una codificación sonora más en la línea de lo que han sido sus presentaciones. Y nada habría que objetar a esa elección si no fuese porque confiábamos en escuchar a un músico renovado, más próximo a la búsqueda del mencionado reciente disco que a la fórmula clásica de sus conciertos. En un momento en el que artistas como Baloji están reconstruyendo el universo africano de los grandes solistas africanos, N’Dour puede ser un magnífico epítome de ayer, el hoy y el mañana de la vibración del continente negro. Y eso pretendíamos escuchar en su concierto. Pero...

De hecho armó el repertorio con solo tres canciones de Africa Reek (Be Careful, Serin Fallu y Money Money), aunque cantó también tres piezas recientes: Senegal Rekk (Beeg Naa Lene) y Song Daan, del EP previo al CD, y I Love You. El resto del programa lo elaboró con canciones más antiguas como Set, Lima Wessu, Bamba, Dem (que unió a la clásica Immigrés), Baykat, Birima, Happy... Mención especial merecen 7 Seconds, el éxito que compartió en los 90 con Neneh Cherry, que aunque algo deslavazada concluyó con un final raggamuffin, y la esperanzada New Africa, interpretada solo con teclados y percusión. No fue un mal concierto el de Youssou, no me malinterpreten. Pero podría haber sido una propuesta mucho más agitadora y rompedora.

El espléndido grupo de música tuareg (blues del desierto) Tinariwen, que actuaba por primera vez en Pirineos Sur, abrió la velada. También llegaba al festival con un álbum casi recién estrenado (Elwan), toda una metáfora sobre el tránsito y el exilio, grabado en Francia, Marruecos y Estados Unidos, y en el que han colaborado Kurt Vile, Matt Sweeney y el perturbador Mark Lanegan. Así que, como en el caso de Youssou N’Dour, buscábamos en la actuación de Tinariwen señales que abriesen el círculo de unas canciones hermosas pero con cierta tendencia a la tautología. Con piezas como Nizzagh Ijbal, Ittus, Talyat, Assàwt y Sastanàqqam, todas ellas de Elwan, lo consiguió; con el resto de las composiciones del programa, más antiguas, organizó un universo armonioso e hipnótico, pero menos revoltoso, por así decir, en el que las guitarras mostraron más resignación que rabia.