La Torre Blanca de Albarracín recoge el éxito del curso superior de pintura de paisaje que se ha desarrollado en la localidad turolense durante la semana pasada. Más de cincuenta obras son las que los participantes decidieron exponer, como manifestación palpable de costoso trabajo desarrollado a lo largo del curso, titulado en esta décimo sexta edición, Los silencios en la pintura del paisaje. También en este caso, como complemento expositivo, y a propuesta de los profesores, se colgaron algunos de los bocetos previos realizados por los participantes, con anterioridad a los grandes formatos que acaban desarrollando.

Las dos becas de este año han ido a parar a Ciudad Real. Antonio Sánchez Carretero y Fernando García Medina son los dos becarios, participantes habituales de este curso, con dos trabajos muy distintos, de temática vegetal y especialmente sugerente el primero, y geometrías de yuxtaposición, con una veladura que amortigua la rotundidad de un clásico albarracinense, y con silencios en ambos casos, que redondean la definición final. Estas dos becas suponen la estancia en Albarracín, durante quince días, recogiendo la visión particular de este lugar y su entorno, cubriendo por parte de la Fundación sus gastos de estancia y materiales. El resultado de este personal trabajo se presenta al año siguiente en la Torre Blanca, haciendo coincidir su exposición, con el desarrollo de la próxima edición del curso. El profesorado elige dos trabajos, uno por becario, que quedan en poder de la Fundación, que a su vez acaba colgándolos de forma permanente, en la residencia Casa de Santa María.

Además de las becas, en esta edición se han otorgado tres menciones a los siguientes participantes: Carlos Arqués Sóler., de Albacete; Leticia Baldí de Madrid y Cynthia Díaz de Asturias. Son trabajos bien distintos, en torno al silencio en la pintura, trabajado en el curso.

Este curso cuenta con dieciséis años de antigüedad, sin contar con los encuentros previos que se organizaron desde las escuelas taller, previas a la constitución de la fundación. Con este curso se pretende afianzar la singularidad paisajística que siempre ha servido como inspiración de diferentes artistas, sobre todo pintores. Con él se contribuye igualmente a la configuración de este emplazamiento cultural de Albarracín, por el que viene trabajando la fundación.