El prolífico escritor Juan Bolea reconoce que es un narrador un poco al viejo estilo, sin mucho interés por los ordenadores pero sí claramente centrado y motivado en trabajar «duro» y realizar un aporte a la novela actual. Bolea, que formó parte del grupo de autores de España invitados a la Feria Internacional del Libro de Panamá, afirmó a Efe que utiliza «muy poco los ordenadores, prácticamente nada».

«Soy un poco escritor a la vieja usanza, sigo trabajando con mi pluma estilográfica, con mis cuadernos (...) como he trabajado toda la vida», declaró el autor de Orquídeas negras (2010), quien, pese a esto, asegura ser favorable a las nuevas tecnologías. «Trabajo muy artesanalmente las novelas, preparo mis historias, trabajo los personajes, documento cuando tengo que documentar algún episodio o hecho histórico (...) y escribo lentamente, diariamente, como si fuese a un taller a trabajar», explicó.

SUDOR Y TRABAJO

El escritor de origen gaditano pero aragonés de adopción, preocupado por las ideas y seguidor de la realidad, es un firme convencido de que en ese terreno la novela «es sudor, trabajo, es una inspiración, sin duda, al principio, pero luego es técnica, es visión, es lenguaje».

«Creo que eso es muy importante, pero la realidad es cambiante, el tiempo corre de una manera diferente y el escritor tiene que tratar siempre de interpretar la realidad para modificarla y cambiarla, esa es la clave nuestra», resaltó. «Nuestro arte», insistió, «consiste en alterar la realidad para construir algo más hermoso, algo más útil, algo más extraño, algo más inquietante».

Sin embargo, aunque a Bolea le inquietan y desasosiegan las ideas, «antes y ahora», y con el mismo aliento sigue atento a la realidad para combatirla y trabajar «por un mundo mejor», distingue de forma clara el trabajo de periodista y de escritor porque, para él son «radicalmente diferentes aunque tengan cosas en común».

Destacó que es en la novela donde radica su más grande motivación «en aportar algo en lo que se refiere a la novela contemporánea».

Porque fundamentalmente se considera un novelista con cerca de una quincena de títulos entre obras de aventura y misterio, «con mucho contenido histórico y personajes». Admitió que le interesaría que de ese conjunto de novelas que espera «seguir aumentando» los lectores digan: «trabajó duro y aportó algo, tuvo alguna visión y consiguió plasmarla. Creo que ese es el destino de un escritor».

PROFUNDIDAD PSICOLÓGICA

Bolea señaló además que ha intentado profundizar psicológicamente en algunos aspectos de la naturaleza humana que le interesan y que, en ocasiones, una «sensación extraña» le avisa cuándo una idea o una novela «empieza a nacer». Remarcó que esto «es algo muy raro, muy raro que ocurre de vez en cuando, no siempre» y «no hay manera humana de predecirlo ni de provocarlo, simplemente ocurre».

Para Bolea, el «gran desafío que se nos plantea cuando hacemos novela de acción es que tenga calidad, que la pueda leer un profesor de literatura y recomendarla a sus alumnos tranquilamente».