Maceo Parker (su gozosa trayectoria musical es bien conocida) es el gran prestidigitador del funk. Y le adjudico esas habilidades mágicas en un doble sentido: en el de soplar su saxo arrancando vibrantes pulsaciones de la negritud, y en el de buen conocedor de los trucos que le permiten meterse al público en el bolsillo desde antes de haber comenzado a tocar. El sábado, rodeado de músicos solventes (bajo, guitarra, teclados, trombón, batería y voces) actuó en la sala Oasis, donde desató el entusiasmo del personal, prácticamente como cada vez que ha venido a tocar a Zaragoza.

En el escenario colocó un display con la leyenda It´s All About Love, el título de su disco más reciente, y un luminoso con la palaba Love a los pies de los teclados. ¡Ah, el amor! Maceo ama la música y predica el buen rollo funk aderezado con angostura de jazz y otras especias de la negritud. Pero también quiere pasar a la historia por algo más que haber sido el saxofonista de James Brown y demás luminarias. Así que sus espectáculos, muy medidos y estudiados aunque parezcan fruto de la improvisación, no dejan cabos sueltos. De hecho se podría decir que lleva años repitiendo la formula aunque con ligeras variaciones.

El sábado, además, le dio por cantar más de lo habitual, labor en la que, francamente, no es tan virtuoso como soplando el saxo. Pero ante un público rendido es difícil resistir la tentación de hacer lo que a uno le apetezca, aunque desarticules una pieza como Over The Rainbow, hábilmente enlazada, eso sí, con un funk de alto voltaje. También homenajeó a Ray Charles, quiso ejercer de James Brown, arrebató con piezas como Empty Pocket y facturó una vigorosa (la voz la puso su enérgica vocalista, todo hay que decirlo) Stand By Me. Cal y arena, pues, en un concierto altas pasiones y desiguales presiones. No es por tocar las narices a los muy entusiastas seguidores que llenaron la Oasis, pero hemos asistido a conciertos de Maceo mucho más arrebatadores; puede que menos espectaculares, pero sí más compactos.

El trombonista Fred Wesley, viejo colega de correrías de Maceo, también de la escudería Brown, abrió la velada. Con un formato idéntico al que actuó en el Centro Cívico Delicias hace cinco años (acompañado por órgano y batería), el viejo y sabio Fred se mostró mucho más convincente que en aquella ocasión. Revisó géneros y estilos, sopló y rapeó con garbo en The Old Man, templó ánimos con un sugerente blues y recordó a Duke Ellington con Caravan. Entre otras propuestas. No sermoneó sobre el amor, como Maceo, pero los espectadores le mostraron el suyo sin ambages.