Los versos de Ángel Guinda suelen impactar en el lector con toda la fuerza de un misil poético. En un poeta como él, para quien vivir es escribir y escribir es vivir, la intensidad de su verbo es algo inevitable. Pero esa fuerza no se limita solamente al acto creativo: cuando reflexiona acerca de la propia naturaleza de su creación --escribiendo, por supuesto--, Ángel Guinda hace también brotar chispas de la yesca de sus palabras.

Para comprobarlo, simplemente hay que acudir al breve volumen que bajo el título La experiencia de la poesía ha publicado muy recientemente Pregunta Ediciones. En él se recogen una poética y seis manifiestos que ha escrito --aunque no siempre publicado-- a lo largo del tiempo. Es decir, son textos en los que el poeta habla de su obra, pero también de cómo él cree que ha de ser en general la poesía e incluso los poetas.

Ya en la poética que abre el libro --con el revelador título de Arquitextura--, deja claras Ángel Guinda cuáles son las bases que cimentan su poesía: la fe en la potencia de la palabra; el enfrentamiento que debe siempre mantener el poeta con la realidad; o el destructor poder creativo de la poesía. También aparece en estos textos la figura del poeta como ser arrebatado: «Ser poeta no es una profesión. Ser poeta es una posesión», dice en uno de los manifiestos.

O la necesidad de una poesía útil, pero con una utilidad siempre bien concreta: «Que sirva al ser humano: moralmente, para vivir; culturalmente, para ensanchar y afianzar su saber; y estéticamente, para gozar».

Los manifiestos, que aparecen en orden cronológicamente inverso, abarcan desde 1978 hasta 2016, y su lectura resulta en cierto modo estremecedora, ya que muestran cómo las reivindicaciones por una poesía digna y de calidad pueden repetirse en el tiempo sin que nadie pueda afirmar con seguridad que ya se hayan satisfecho.

LA EXPERIENCIA DE LA POESÍA

Ángel Guinda

Ed. Pregunta