BOBBY DEGLANE. EL ARQUITECTO DE LA RADIO ESPAÑOLA

AUTOR M. A.ngel Nieto EDIT. Ediciones B PAGINAS 396

"Mis programas son como España, una serie de elementos diferentes que conforman un todo final, pero que si se quiere se pueden distinguir sin dificultad cada una de las piezas". Con este símil político definía hace 55 años su concepción de la radio Bobby Deglané, un chileno de nacimiento y sevillano de adopción que encandiló a la triste España de la posguerra con una cabalgata de ilusiones, luz y color; un mundo feliz a través de las ondas con el que millones de personas se evadían de las miserias de una dictadura con mucho rencor y poco pan. Roberto Deglané Rodríguez-Portocarrero (Iquique, 1905 -- Madrid, 1983) fue el primer gran ídolo de masas de la radio española. Su estrella nació arropada por el franquismo, con el que colaboró como reportero en la guerra civil. Pero la misma dictadura que le permitió ser válvula de escape social --como el fútbol y los toros-- le cortó las alas cuando Deglané creyó que su popularidad le daba licencia para radiar algo más que concursos y premios de ensueño.

De este personaje, y de la revolución que significó su visión de la radio como un gran espectáculo capaz de generar ingresos millonarios (él fue el revulsivo comercial de lo que hoy es la SER), acaba de publicarse una biografía, Bobby Deglané. El arquitecto de la radio española . Escrita por uno de sus aventajados discípulos, el periodista Miguel Angel Nieto (Madrid, 1943), la obra recoge la vida de un ser hiperactivo que fue militar en Chile, comió de los cubos de basura de Nueva York, llegó a ser el personaje más popular de España con sus multitudinarios shows radiofónicos (Cabalgata fin de semana, La melodía misteriosa, El buque fantasma... ) y acabó en el ostracismo tras perder su batalla con la censura franquista y con una radio con la que empezó a perder la sintonía cuando entró en escena la televisión, a finales de los 50.

Nieto, como buen discípulo de Deglané (fue su "jefe" y su "maestro"), plantea una biografía tan honesta como amable: dedica parte del libro a demostrar que no era franquista (por los encontronazos que tuvo con la censura) y a desmontar falsedades, como el enfrentamiento con Mary Santpere. Pero Nieto, que ha tenido acceso al archivo personal de Deglané, además de contar con sus propias vivencias y las de muchos de los que trabajaron con el "pobre locutorcito", también recoge momentos de este singular radiofonista que ponen al descubierto su carácter: quiso ser, y lo fue, el primer nacional que entró en Madrid. Deglané, entonces reportero franquista, observó cómo los perros cruzaban el frente en busca de comida por un estrecho sendero en la Ciudad Universitaria, pista que otros pobres canes habían limpiado de minas con sus vidas. Así, el 28 de marzo de 1939 cruzó el frente por esa senda hasta llegar a Unión Radio, donde leyó una encendida soflama que cerró con el tristemente habitual "¡Franco, Franco Franco! ¡Arriba España!". No era franquista. Era Bobby Deglané, y eligió una senda para pasar de las noches de una guerra ajena a los días de radio. De su radio.

MANUEL DE LUNA