Visitar el yacimiento celtíbérico-romano de Arcóbriga, ubicado en Monreal de Ariza, causa una tremenda desazón. La maleza envuelve los restos y son patentes los desprendimientos en algunos de ellos. Solo las termas, su edificio más significativo, mantiene cierta dignidad al tener alrededor una capa de gravilla. Arcóbriga, lamentablemente, no es un ejemplo aislado. La celebración del Año de Augusto no ha llegado a los yacimientos aragoneses, que ya llevan desde 2012 sin que el Gobierno aragonés financie sus proyectos y luchan por conseguir ayudas privadas para, al menos, poder desarrollar tareas de mantenimiento. De hecho, desde que en ese año se suprimieron las partidas para investigaciones arqueológicas del Plan General de Patrimonio, los proyectos se han reducido a la mínima expresión, pasando de los 50 aprobados en el año 2010 a los 17 de este año. Eso sí, dan la licencia de actuación, pero no la financiación, que tiene que buscarse con ayuntamientos, comarcas o entidades privadas.

"Lo último que se hizo en Arcóbriga fue en 2008-2009, con las últimas operaciones de limpieza y la instalación de una caseta de información del yacimiento. La Comarca de Calatayud, también en 2009, habilitó una ruta de cicloturismo y colaboró en la señalización. Desde entonces, nada de nada", lamenta el arqueólogo Alberto Gonzalo, coordinador del proyecto de Arcóbriga junto a Alberto Lorrio.

Las consecuencias de este abandono son claras, "pues el yacimiento, como todos, sufre alteraciones fuertes, no solo por la maleza sino porque también hemos detectado desprendimientos en las termas y pueden llegar a ser más graves en otras zonas, eso sin hablar del vandalismo, pues este invierno dejaron a la caseta de información sin carteles".

Y es que más allá de las quejas por la falta de financiación de los proyectos de investigación, es decir, excavaciones, Alberto Gonzálo critica los impedimentos que encuentran en el Gobierno Aragonés tan solo para conseguir licencias para proyectos de mantenimiento: "Hemos llegado a proponer un sistema barato, como era habilitar un campo de trabajo con chavales, pero para que nos concedieran los permisos nos obligaban a presentar un señor proyecto. Esos proyectos con estructuras y dinámica de yacimiento son muy costosos y, de acuerdo, es una zona protegida y entiendo que sean cautos, pero si nos gastamos el dinero en hacer el proyecto ya no queda nada y nosotros solo queríamos pasar la escoba", explica.

Más contundente es, si cabe, Manuel Martín Bueno,catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza y director de los proyectos de Bílbilis y Valdeherrera, quien afirma categórico que "En el bimilenario de Augusto, Aragón está haciendo el ridículo más espantoso". Y es que este año apenas se ha podido llevar a cabo una pequeña campaña de mantenimiento en Bílbilis, ciudad emblemática de la época augusta en Aragón y uno de los yacimientos estrella de la Comunidad Autónoma.

POCO, PERO MUCHO Este verano se ha podido realizar una mini campaña gracias a los 4.000 euros aportados por el Ayuntamiento de Calatayud para Bílbilis y Valdeherrera, el otro yacimiento bilbilitano que también dirige Martín Bueno. "Poco, sí, pero mucho en comparación con lo que ha dado el Gobierno de Aragón, que ha sido cero", dice el catedrático. La mayor parte se han utilizado en mantenimiento. De igual forma, Gracias al plan de fomento de empleo que gestionan el ayuntamiento, la DPZ y el INEM se ha podido contar con cuatro trabajadores que han realizado tareas de limpieza en los yacimientos 20 horas semanales.

Afortunadamente DPZ ha destinado también una partida de 10.000 euros para formación, lo que ha posibilitado que en Bílbilis y Valdeherrera, apoyados por la Asociación de Amigos de Bílbilis y el Museo de Calatayud, haya podido haber 15 estudiantes realizando trabajos de campo "pero muy cortitos de días".

"Hemos tenido hasta suerte, pues en otros yacimientos dan permiso para actuar, pero no dinero. Te dicen, ahí tiene el permiso, busque la financiación; usted dirá si quiere seguir. No entienden que no somos Boy Scout, esto es investigación", clama Martín Bueno, quien se consuela porque gracias a la asociación y a la DPZ "al menos hemos salvado la formación práctica de los alumnos".

SEGEDA, EN PUNTO MUERTO Otro yacimiento emblemático que está en punto muerto total es Segeda, donde la Fundación que mantenía las actividades (integrada por Ayuntamiento de Mara y Diputación Provincial de Zaragoza y Centro de Estudios Celtibéricos de Segeda) está en fase de disolución desde el pasado año a petición del ayuntamiento. Desde entonces, no solo la aportación de DPZ (que desde su constitución era de 47.000 euros) se ha reducido a cero, sino "que mientras no se resuelva la disolución de Fundación no se pueden utilizar sus espacios, por lo que aunque hemos presentado proyectos para realizar excavaciones o cursos de formación que podríamos haber financiado con la UNED y el Centro de Estudios no se nos ha permitido", lamenta Francisco Burillo, catedrático de la Facultad de Ciencias sociales y Humanas de Teruel y director del yacimiento celtibérico de Segeda.

Burillo, a pesar de todo, sigue implicado en impulsar el yacimiento a través de otros proyectos como Serranía Celtibérica, un ente supraterritorial en el que participan las Comunidades Autónomas de Valencia, Castilla-León, Castilla-La Mancha, La Rioja y Aragón. "Esperemos que dentro de este nuevo marco, en el que está implicada la DGA, podamos seguir obteniendo recursos y desarrollando los trabajos. Además --dice Burillo con esperanza--, esta nueva iniciativa que afecta a tantas instituciones de otras comunidades puede hacer cambiar de postura a la DPZ con la Fundación, que es de donde emanó el macroproyecto".

Pero, como decíamos al principio, no solo Arcóbriga, Bílbilis o Segeda --que de hecho, ya por su importancia son muestras más que significativas de la situación-- se encuentran en este estado de parálisis, "Labitolosa está cerrado", recuerda Martín Bueno, también La Caridad en Caminreal y otros muchos. "Falta una política de atención a la investigación en el patrimonio, pues aparte de no atender a la formación el gran problema como se está viendo es el deterioro de los yacimientos. Si no se trabaja, aunque sea poco, en la consolidación de los restos en tres años el daño puede ser gravísimo y después, recuperarlo, todavía más caro", concluye.