Asier Etxeandia protagoniza en el Teatro Principal de Zaragoza (mañana, 21.30 h.; y el domingo, 18.30 h.) su espectáculo musical El intérprete en el que canta a Kurt Weill, Héctor Lavoe, Lucho Gatica, Chavela Vargas, La Lupe, Carlos Gardel, Talking Heads, David Bowie y Rolling Stones, entre otros.

--¿El intérprete es una vuelta a su niñez?

--Totalmente. Ha sido una especie de acto psicomágico porque necesitaba cerrar muchos círculos y, en concreto, necesitaba recordar por qué me dedico a esto. Y las razones principales de por qué me dedico a esto vienen de mi niñez, en la que todo el tiempo imaginé lo que quería cantar y a lo que me quería dedicar. Y desde ese lugar de descubrir de nuevo a este niño, empecé a buscar las canciones que escuchaba de pequeño y que me marcaron.

--¿Es una manera de resarcirte de esa infancia tan dura?

--Casi al revés. Yo tenía la necesidad de contarle a todo el mundo que todo es posible, que con lo mal que lo pasé, con lo difícil que era, al fin y al cabo, me dedico a lo que me dedico que es a lo que yo siempre soñé. Si lo deseas con mucha fuerza y lo amas de verdad y trabajas en ello, lo puedes conseguir. Y eso es lo que me gusta transmitir al público. Que ese niño soñó con tanta fuerza ese concierto que se hace realidad.

--Supongo que ni en sus mejores sueños pensaba convertir a esos amigos invisibles de pequeño en gente que llena los teatros para verle...

--Lo que más me emociona es que el público entiende el mensaje, que se emociona, que se levanta a bailar, que están con ese niño, que deciden ser sus amigos invisibles... Eso es lo que me hace feliz porque te das cuenta de que no estamos solos, que con un poco de escuchar al de enfrente hay una empatía brutal. Y yo hago teatro para eso, para encontrar esta catarsis y no sentirme solo.

--¿Siente que el público se identifica con el repertorio?

--La verdad es que se identifican con casi todas las canciones porque hago un recorrido muy largo... y todo el mundo tiene un recuerdo con cada uno de los temas. Creo que, al fin y al cabo, todos vivimos historias parecidas con cada una de las canciones. Todos nos hemos sentido en algún momento ninguneados, todos hemos querido sacar la cabeza y decir aquí estoy yo.

--En el 2012 ganó un Max y, de repente, nadie le dio trabajo. De ese vacío nació El intérprete, ¿los vacíos son buenos para crear?

--Son puntos muy jodidos porque a los artistas nos hacen desconfiar de nosotros mismos, pero también es cierto que creo mucho en retroavanzar. Es bueno retirarse para saber dónde estás, qué es lo que quieres porque tienes que conocer tus motores principales y es la única manera de hacerlo. A mí me vino bien estar desesperado para preguntarme qué quería hacer y cuál era mi camino. Me di cuenta de que realmente mi sueño era cantar y que se estaba haciendo tarde ya. Tengo casi 40 años y mi concierto soñado todavía no lo había conseguido.

--Es un actor de principios. No ha tenido problema en dejar los proyectos cuando ha dejado de sentirlos, ¿es por coherencia?

--Hay que ser honesto. Es la responsabilidad que tenemos los actores con la sociedad.

--¿Cuál debe ser la responsabilidad del actor?

--Creo que incluso arriesgar su propia economía para que el público tenga una buena oferta cultural. Siempre he creído mucho en la sociedad cívica, en que cada uno hace una labor para el grupo y no en la sociedad del capitalismo en la que solo quieres llenarte el arca y que te dé igual lo que esté pasando. Creo mucho en la empatía y creo que las artes nos hace ser empáticos, más comprensivos con el otro y un país inculto es un país borrego que juzga, prejuzga, que no permite, que está continuamente aniquilando al otro o no permitiendo al otro que sea.

--En un mes y medio empieza a rodar con Paula Ortiz La novia, una versión de Bodas de sangre. ¿Qué le atrajo?

--La verdad es que yo estoy enamorado de Lorca, ha sido una obsesión en mi vida y, precisamente, Bodas de sangre y El público fueron mis dos obras favoritas y las que más trabajé en la escuela, me fascinan. Tengo el recuerdo de uno de mis mejores amigos, que murió hace algunos años haciendo de Leonardo. La vida rima mucho.

--¿Qué impresiones ha tenido en las primeras lecturas del guion?

--Es maravilloso. Paula ha hecho una versión alucinante, con unas imágenes que son pura Lorca y ella tiene una enorme sensibilidad. Desde el primer momento tuvimos mucha conexión y estuvimos de acuerdo enseguida en cómo vemos al novio, que es mi papel.