Una joven pasea por la calle Alfonso con un libro en la mano. Un poco más abajo, otro joven hace lo mismo y, ambos lo hacían en alto, invitando a los paseantes a sumergirse entre las páginas de La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón; de Días sin tregua, de Miguel Mena; o incluso de El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon.

Pero estos no eran los únicos que se sintieron atrapados por las letras, porque el centro de Zaragoza vivió una jornada Entrelibros; un paseo para disfrutar las artes y la lectura; una cita organizada por el Patronato Muncipal de Educación y Bibliotecas, por la que, a lo largo del día, pasaron centenares de zaragozanos.

Junto a estos peculiares paseantes por la alfombra naranja llena de símbolos que atraían la atención de niños y mayores; los más pequeños se lanzaban a la piscina llena de bolas situada en la plaza de Sas. "Quita, quita que me lanzo", decía un pequeño, aunque luego lo tuvo que meter su madre porque la piscina era más alta que él. Y dentro, sorpresa, un libro que le tendrán que leer porque él todavía no ha aprendido.

Mientras unos se bañaban en aguas de colores, otros gritaban "Vieeeeeento", y es que junto a la piscina, personajes escapados de cuentos como Niño Puzzle, El Pirata Garrapata y El Pequeño Vampiro se dedicaban a contar sus magníficas historias --muchas inventadas-- a todos aquellos que quisieran escucharle y no eran pocos.

Los alumnos de la Escuela Municipal de Teatro seguían paseando y leyendo Misíles Melódicos, de José Sanchís Sinisterra; y lo hicieron por la mañana y por la tarde; para que así nadie puedese escaparse de las letras. Al mismo tiempo, los personajes de cuento iban contando su vida y sus heroicidades a todo aquel que quisiera escucharle, y en algunos casos también al aquel que huía. "Tengo mucha prisa"; mientras otros se dejaban engatusar por Pingaliraina, que llevó de viaje a los espectadores hacia Las mil y una noches.

A un paso, en la plaza del Justicia, unos atriles permitían ojear y hojear las Ciudades patrimonio de la Humanidad o Zaragoza Marina y los miembros de bookcrossing invitaban a liberar libros.

El cuarto vértice de este paseo de las artes fue la plaza San Felipe, un café concierto en el que actuaron Nash, Timbalao, un grupo de Batuka --pero no de la de OT sino de la de Brasil--, la Querencia de Gonzalo, Gaiteros de Papel o Jaime Ocaña. Aquí música y letras se dieron la mano también con el gusto, puesto que en grandes mesas, en las que había colocadas unas notas de madera, se podía degustar un menú literario. Y junto a la plaza, una pareja de recién casados, con invitados incluidos, que cambiaron el himno nupcial por la percusión brasileña.